sábado, 17 de marzo de 2007

Cuando el silencio dice más que nuestras palabras.

“En la boca de los bienaventurados
Hay siempre una lengua de oro”.
Proverbio de Galense.



La lengua es un instrumento que nos permite comunicar sentimientos, emociones, pensamientos, conceptos, ideas. La sin hueso, como dicen las ancianas, puede transmitir todo tipo de cosa. Cosas buenas y también cosas malas. Lamentablemente la mayoría de las personas utilizan la sin hueso para transmitir cosas malas. Por esto en el mundo hay tanta discordia y maldad generalizada. Porque los hombres destruyen a los demás con sus lenguas y allí comienza la voluntad de poder y la violencia. Así pues, cabe decir que los conflictos del mundo se podrían resolver fácilmente si los hombres simplemente guardaran silencio. Si los seres humanos lograrán dominar y controlar sus lenguas, el mundo sería mucho mejor de lo que es. Imaginemos un mundo sin malas palabras, sarcasmos, burlas, alusiones mal intencionadas, ironías, mentiras, difamaciones, etc. Todo sería mejor. Habría armonía, tranquilidad y paz en las relaciones intra e interpersonales.
Muchos individuos inteligentes han dicho que se lamentaban con frecuencia de haber pronunciado ciertas palabras. Se lamentaban, después de haber hablado y de no haber controlado sus lenguas. “Sé mudo, afirmó Pitágoras, o di algo mejor que el silencio”. “Habla cuando sea oportuno, dijo George Herbert, o calla con prudencia”. San Francisco de Sales, denominado por muchos de su tiempo como EL SANTO CABALLERO, dijo: “Es preferible guardar silencio a decir la verdad con acritud, y de este modo echar a perder un manjar excelente agregándole una mala salsa”. Otro pensador Francés, llamado Lacordaire, reflexionó: “Después de la palabra la mayor fuerza del mundo es el silencio”.
Decir las cosas a su tiempo es de sabios. Quizás tenemos que decir algo que es verdad, pero no es prudente hablarlo ya que puede ser imprudente, inoportuno y perjudicial, tanto para los demás como para nosotros mismos. Fray Luís de León es un ejemplo de autodominio. Este reconocido y distinguido poeta del siglo XVI, permaneció durante varios años enteros en los calabozos de la Inquisición, sin ver un pequeñito rayo de luz del día y sumido en total soledad, acusado injustamente de haber traducido parte de las sagradas escrituras a su idioma. Cuando se lo puso en libertad y se le devolvió su cátedra, una inmensa multitud aguardaba su primera lección, y esperaba oír algo vinculado con su prolongado y doloroso confinamiento; pero el gran poeta era sabio y prudente como para incurrir en recriminaciones. Reanudó tranquilamente su vida, y siguió el curso que cinco años antes había sido interrumpido, con la sabia y acostumbrada formula: “COMO DECIAMOS AYER”.
Nuestra lengua debe ser utilizada sabiamente. Nuestras palabras deben ser oportunas, prudentes, pertinentes, adecuadas. Hay veces que nuestro silencio nos ayuda a guardas nuestros pensamientos para nosotros mismos. Muchas cosas no se cuentan y se guardan en el corazón. Un silencio en muchas oportunidades dice lo que nuestras palabras no pueden expresar. Dominar la lengua es beneficioso ya que nos aleja de las palabras crueles, severas, mortificantes. Cuando los imprudentes dicen y expresan todos sus pensamientos sin prever las consecuencias de sus palabras, los sabios dicen lo que hay que decir y callan lo que hay que callar. Hacen esto porque proveen las consecuencias de sus palabras. “La boca de un hombre sabio está en su corazón, dijo Salomón, el corazón de un loco está en su boca”.

Julio C.Cháves.

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