miércoles, 28 de marzo de 2007

La influencia de un buen hogar.


“Es el hogar bien constituido la escuela más sana que ha de caratular la actuación del niño en el futuro”, dijo E. Ochoa. Los padres son los responsables de la educación de sus hijos. En el hogar es donde se recibe la guía ética y moral. Ciertamente el hogar formatea el alma de los futuros hombres. Todo depende de la actuación formativa de los padres, que son los educadores morales de sus hijos. Es bajo el techo familiar donde aprendemos los buenos hábitos, las actitudes, los buenos modales, lo axiológico, el desarrollo de la inteligencia y el sentido común que nos ayuda a instalarnos en la realidad asertivamente. El hogar y no el jardín o la escuela, es la primera fuente de educación para los chicos. De la misma manan los valores, principios y máximas que articulan la conducta humana. “El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz”, dijo cierta vez Juan Pablo II.
Hace un tiempo un médico amigo llamado Dr. Rubén Spataro, me regaló un libro titulado Charlando sobre sexo, donde dice: “La familia debe ser consciente de que es la primera educadora, además es la primera en sufrir las consecuencias de formar hijos incapacitados para vivir en el amor. La familia es el primer y último eslabón en el proceso educativo, en ella reside nuestra esperanza de salvación. No podemos tener hijos virtuosos sin familias virtuosas. No podemos tener generaciones libres sin familias sanas”. La familia es la primera escuela donde se forma a los ciudadanos. Es allí donde aprendemos a convivir con otros. Las injusticias sociales son producto directo de los problemas en las familias. Los que niños que son educados bajo una moral dudosa, permisiva, hedonista, y relativista, seguramente interpretarán un rol social amoral, individualista y irresponsable, pensando únicamente en el propio bienestar, dejando de lado los ideales éticos. La influencia de una familia cristiana es fundamental ya que es así como aprender a amar a Dios, amarnos a nosotros mismos y amar a los demás. Si los niños no aprender en el seno familiar valores cristianos, ingresarán en la sociedad con un concepto errático de la ley y la autoridad. La influencia de un buen hogar perdura en el alma de los niños hasta el día de su muerte. Alguien dijo que el niño es el padre del hombre. Milton afirmaba: “El niño anuncia al hombre, como el amanecer anuncia el día”. Los adultos somos productos directos de la influencia que han ejercido nuestros padres sobre nosotros. Un pediatra famoso dijo que los niños son como el cemento fresco, todo los que le cae encima les deja una marca indeleble. Si en una familia impera un espíritu de altruismo, amor, solidaridad, respeto, virtudes y valores, seguramente los pertenecientes a la misma se instalarán socialmente de modo constructivo. Podemos afirmar que una educación en valores axiológicos en el hogar es la base de una buena personalidad. La educación axiológica en la niñez es la epitome de la felicidad en la edad adulta. “Una familia feliz no es sino un paraíso anticipado”, dijo Sir Jhon Bowring.

Julio César Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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