viernes, 9 de marzo de 2007

El más sublime código de Moral.


Los valores nos definen como personas. Lo axiológico es lo que tiene que ver con los valores. Los valores resumen todo a la dignidad humana. La Biblia se refiere a los valores éticos, enunciando el más sublime e inmutable código de moral que existe en el planeta, en el cual cuentan hasta las intensiones y los motivos más íntimos del alma humana; un código de moral que, fuera de la excelsitud de que está revestido, por su estructura y por sus normas, es radicalmente superior a todos los demás, ya que cada una da sus ordenes es a la vez una habilitación, o sea, tramite poder para su cumplimiento. No hay que inventar los valores. Basta leer la Biblia y comprobar lo que es bueno y lo que es malo. En las sagradas escrituras se nos transmite consejo, sabiduría, y mandamientos para nuestra edificación personal. A los valores no hay que inventarlos pues están en los 10 mandamientos de la Biblia , situados en éxodo 20. EL problema surge cuando nos olvidamos de poner en práctica la palabra de Dios. Ahí es cuando sucumbimos ante nuestra falible voluntad y ante la mundanalidad imperante en este siglo XXI.
Se cuenta que Miguel Ángel a veces se quedaba contemplando un trozo de mármol y exclamaba: “Ahí está: únicamente hay que sacarle lo que sobra y será una obra de arte”. Se puede afirmar que en nuestras vidas también hay cosas que sobran. Hay que quitarlas para que podamos ser personas más humanas, más completas, más sensibles a la vida. Los valores nos definen. Las cosas que sobran son; el egoísmo, la pereza, la vanidad, el miedo, la Indiferencia y la envidia. En lugar de estas cosas, debe imperar en nuestro comportamiento los siguientes valores; la sencillez, el amor, la amistad, la solidaridad, la diligencia, la generosidad, la alegría y la valentía, entre oros valores. ¡Los valores n os definen…! Poner en práctica los valores es una labor difícil, pero muy beneficiosa. Se parece muchísimo a la labor de Miguel Ángel. Miguel agarraba su martillo y cincel, y le sacaba a su trozo de mármol lo que sobraba. Entonces, luego de un poco de trabajo, aparecía la escultura. Lo mismo pasa con las personas que viven en torno a los valores. Poco a poco van sacando lo que sobra y van adquiriendo forma de obra de arte. Mientras más valores tenemos, somos personas más sólidas, inteligentes, y con mayor capacidad de brindar felicidad a los demás. Los valores nos ayudan a que seamos personas de bien, buenos vecinos, buenos hijos, buenos hermanos, buenos ciudadanos. Los valores no dependen de las cosas que tenemos, sino del grado de voluntad de hacer el bien que sepamos comunicar a nuestros semejantes. ¡Los valores se viven…!
La Biblia es la más sublime escala de valores. En sus páginas está establecida la verdad suprema que contraste con toda clase de falencias humanas, ofreciendo en sí misma una magnifica cartabón para medir la verdad. La palabra de Dios le atribuye a la vida humana una importancia trascendente, dando, en consecuencia, sentido, valor y propósito a la existencia humana. Las sagradas escrituras echan luz respecto al inestable valor que posee cada persona. Es más, Dios ama tanto a la humanidad que no escatimó ni siquiera a sus propio Hijo Jesucristo, el cual fue sacrificado por todos nosotros. (S. Juan 3:16). Dios, a través de su inmutable e infalible palabra, nos atribuye un relevante sentido de la vida y nos señala el propósito noble, al confiarnos la significativa tarea de colaborar con él en la redención de nuestros semejantes. Estos valores, expresados, en las sagradas escrituras, dignifican nuestras vidas.
Pues bien, la Biblia , sencilla y llanamente, es el instrumento que podemos utilizar para desenredar la madeja de problemas que agobian nuestras vidas en esta intrincadísima aldea global. Es en la palabra de Dios dónde podemos hallar verdades inmutables que cambiaran nuestras vidas para siempre jamás. La Biblia es la fuente superior de valores. En sus páginas podemos hallar información y orientación para vivir en este mundo signado por la mundanalidad y la frivolidad maliciosa. A este respecto, el Dr. Billy Gram. Escribió: “Como creyentes, tenemos el Espíritu de Dios en nosotros. Pero es nuestra responsabilidad cuidar que el pecado no entre en nuestras vidas, pues sólo así el Espíritu podrá producir su fruto en nosotros. Afirmemos en la Biblia. Como cristianos sólo tenemos una autoridad, una brújula: La palabra de Dios. Abraham Lincoln escribía a un amigo lo siguiente: “Estoy ocupado provechosamente en la lectura de la Biblia. Tú acepta del libro todo lo que puedas por medio de la razón y acepta el resto por fe. Serás un hombre mejor en esta vida y también en la muerte”. Comienza el día con el libro y cuando llegue la noche, deja que la palabra llene de sabiduría a tu alma. Deja que sea el fundamento firme en que se dedique tu esperanza. Que sea el pan de vida que nutre tu espíritu. Que sea la Espada del Espíritu que extirpe todo lo malo en tu vida y te forme a la imagen y semejanza de Cristo”.
Jesús 1:8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que, de día y de noche, meditarás en él, para que guardes y hagas, conforme a todo lo que en él está escrito, porque entonces, harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”.

Julio C. Cháves.

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