domingo, 13 de octubre de 2013

Las mentiras no llegan lejos


    Alguien dijo que si decimos siempre la verdad no tendremos que recordar lo que decimos. Decir la verdad es una virtud que hoy en día tiene muy poca gente. La mayoría de la personas dicen mentiras o mentiritas piadosas. Lo malo de mentir es que una mentira necesita de otras mentiras para existir. En fin, mentir es engañar, estafar. El mentiroso es deshonesto, de doble cara, peligroso como un virus mortal. A Dios no le agrada la persona mentirosa. Proverbios 12:22 dice: “Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento”.


    La mentira es un castigo para el mentiroso. De hecho, ¿a quien le gusta la compañía del deshonesto? ¿Quién escucha a quien tiene fama de ser mentiroso? La mentira aísla, separa y encadena a los mentirosos. El mentiroso sufre en silencio. En lo profundo de su ser sabe que lo que cuando miente aleja a los demás y pierde el respeto y la dignidad. Cuando la mentira es alcanzada por la verdad, el mentiroso pierde su máscara de falsa honestidad y es estigmatizado por sus propias mentiras. Proverbios 19:9 dice: “El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras perecerá”.

   Las mentiras no llegan lejos. En realidad siempre son descubiertas y salen a luz. Dios quiere que digamos siempre la verdad. Él quiere que seamos íntegros. El mentiroso aleja de su vida la bendición de Dios, pero el hombre honesto es alcanzado por la bendición. Decir mentiras es ser un ignorante, un mediocre. Por el contrario, decir la verdad significa sabiduría, transparencia, integridad. Dios ama al hombre que dice la verdad. Dios es verdad y los hombres tenemos que decir la verdad siempre. El que miente esta faltando a la verdad, esta tergiversando deliberadamente la realidad de los hechos.

   Pero el que dice la verdad cuenta lo que realmente vio, oyó o hizo. Digamos siempre la verdad y el Señor nos colmará de bendiciones. En Colosenses 3:9,10 el apóstol Pablo nos exhorta: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que le creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”.

 

Julio césar cháves

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