Hay varios dones que tenemos que activar para alcanzar el éxito. El don de conocer gente es uno de esos dones. Cuantas más personas conozcámonos más posibilidades de alcanzar nuestros objetivos tendremos. Si entablamos relaciones interpersonales positivas es posible que logremos muchas cosas en la vida. El que sabe conectarse con la gente sabe aprovechar las oportunidades. Si queremos a los demás y buscamos el bien ajeno, entonces estamos preparados para recibir la bendición de Dios. Si compartimos, si vemos lo bueno en otros, estamos preparados para ser promovidos por Dios. Las cosas grandes de Dios son para los cristianos que tienen un corazón grande y una cabeza grande.
El diablo les ha hecho creer a muchos cristianos que no tiene capacidad de emprender acciones nuevas. Entonces, otro don que tenemos que activar es desarrollar nuestra iniciativa. Si queremos crecer tenemos que actuar, movernos, crecer, caminar, salir de la zona de comodidad. Si nos conformamos, si permanecemos inmóviles, jamás vamos a prosperar o ser bendecidos. Si queremos crecer salgamos de la zona de comodidad. Si queremos crecer confesemos bendición y movámonos en bendición. No nos quedemos mucho tiempo en el dolor, digamos basta y comencemos a sentirnos bien, comencemos a buscar oportunidades, tocar puertas, llamar a gente, si hacemos lo posible, Dios hace lo imposible. Cuando hacemos lo que Dios quiere que hagamos, Dios hará lo que nosotros no podemos hacer.
Otro don que tenemos que activar es llevarnos bien con la familia. Antes el hombre y la mujer se casaban para toda la vida, pero ahora las estadísticas dicen que la mayoría de las parejas se rompen a los dos años. Tristemente las familias de hoy están disgregadas. Padres contra hijos, hijos contra padres. Los hijos son violentos, mezquinos, egoístas, psicópatas. Si se les impone límites los rompen. Los hijos rebeldes son impulsivos. Los padres ignorantes son impulsivos, mezquinos, y siembran en sus hijos sus frustraciones y maldades. Esto hace que las familias sean maldecidas. El don de llevarnos bien con la familia consiste en bendecir a nuestros padres y hermanos. Porque el que no bendice a su familia no sirve para nada. Dios detesta a los padres y a los hijos que lastiman y rechazan a su propia familia. Dios dice que bendigamos a nuestra familia. Lo malo es malo y lo bueno es bueno. Dios quiere que seamos buenos padres, buenos hermanos, buenos hijos. El que bendice a su familia es sabio, pero el que maldice a su propia sangre es un necio. Bendigamos a nuestra familia y Dios nos bendecirá.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
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