Los cristianos, aunque pasemos por situaciones desagradables, tenemos dentro de nosotros paz interior satisfacción personal. Antes de conocer al Señor quizá la ansiedad ante los problemas de la vida nos abrumaba, pero al conocer al Señor ya no nos preocupamos más, antes bien confiamos en el Señor porque hemos entendido que si Dios cuida de las aves de los cielos él también cuidará de nosotros. “La Biblia nos presenta a un Cristo que transforma a pródigos desconocidos, en personalidades influyentes. Transformó a un Simón de arena en un Pedro de roca. Convirtió a un Saulo perseguidor en un apóstol Pablo. Las palabras de León Tolstoi en “Mi religión” refleja una experiencia compartida por muchos: “Hace cinco años empecé a creer. Creí en la doctrina de Jesucristo y toda mi vida se vio súbitamente transformada. Lo que antes deseaba, ya no lo deseé más y empecé a desear lo que nunca había deseado. Lo que había creído acertado resultaba ahora erróneo y consideraba que eran verdades, lo que antes creía que era falso…Mi vida y mis aspiraciones se habían transformado completamente; el bien y el mal habían cambiado de sentido”.
Si Cristo vive en nosotros toda la herencia de Dios nos pertenece. Si cristo viven dentro nuestro tenemos victoria y entusiasmo. Si Cristo vive en nosotros nuestra fuente es Dios, nada nos faltará. Si Cristo vive en nosotros tenemos salud, prosperidad y sabiduría. Si Cristo vive en nosotros podemos caernos, pero siempre vamos a ponernos de pie. Si Cristo vive en nosotros tenemos un propósito por el cual vivir. Si Cristo vive en nosotros tenemos tiempo para disfrutar de la vida y ser felices. Jesús nos dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor”. (Juan 15:9).
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
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