
“Un muchacho, que navegaba por el mundo en un buque mercante, llegaba a su casa una que otra vez en el año cuando su buque tocaba el puerto de la ciudad donde Vivian sus padres. En una ocasión, a poco llegar, le dijo a su padre: - No se lo que sucede, pero cada vez que llego a casa encuentro a mama mas bonita -. El padre le respondió: - Lo que sucede es que tu madre ora mucho por ti mientras tú estas viajando por el mundo -. He ahí el secreto. Una vida en comunión con Dios”. La oración atrae el poder de Dios. Si oramos es porque hemos entendido que Dios es especialistas en solucionar nuestros problemas. Por supuesto que a veces él dejará que nosotros mismos resolvamos nuestros problemas, pero él no nos dejará solos ya que nos dará sabiduría para tomar decisiones acertadas, sabias. Si oramos estamos declarando que nuestros problemas no son nada ante Dios. Él puede librarnos de todos nuestros problemas y puede darnos paz, incluso en medio de las tormentas de la vida. Dios puede y quiere ponernos por encima de las circunstancias de la vida. Él puede darnos paz. Dios escucha nuestras oraciones porque nos ama. Su sangre tiene el poder para limpiarnos de todos nuestros pecados. Él enviará a sus ángeles para ministrarnos y darnos fuerzas en medio de las pruebas de la vida. El Espíritu Santo nos dará sabiduría y fortalecerá nuestro espíritu de tal modo que salgamos victoriosos de todas las circunstancias de la vida. Vivir cerca del Señor a través de la oración requiere confianza en él y no en nuestras propias fuerzas o conocimiento. Sí, Dios nos escucha y su ayuda siempre llega a tiempo a través de una nota de aliento, su Palabra, una oración, la mano de un amigo o simplemente en el silencio; él siempre responde a nuestra necesidad. Dios es fiel y cuida de nosotros.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar