sábado, 18 de abril de 2009

Domínate a ti mismo

El rey Salomón dijo: “Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”. (Proverbios 25:28). El dominio propio es una virtud que no todos los hombres tienen. Ejercer el autodominio consiste en controlar las emociones destructivas. Cuando una persona da rienda suelta a sus pasiones e impulsos puede terminar en cualquier lado porque su vida no tiene un propósito definido.

El hombre sin control es arrastrado por el pecado y se convierte en esclavo de la confusión. Para ser verdaderamente libre el cristiano tiene que estar en condición espiritual de resistir al diablo y dominar los impulsos instintivos, lo cual consigue rindiéndose al Espíritu Santo. En la Biblia no se elogia al hombre que domina una ciudad sino a aquel que se domina a sí mismo.
Proverbio 29:11 afirma: “El necio da rienda suelta a toda su ira, mas el sabio al fin la sosiega”. El dominio propio constituye la deferencia entre el cristiano maduro y el inmaduro, y ciertamente sin dominio propio no existiría el verdadero cristiano. El cristiano más fuerte es aquel que a través de la oración y la lectura de la Biblia ejerce una vigilancia constante sobre sus pensamientos, emociones, y actos.
Ahora, si creemos que podemos dominarnos a nosotros mismos sin la ayuda de Dios estamos completamente equivocados ya que la palabra de Dios dice que el dominio propio es un fruto del Espíritu Santo. (Gálatas 5:22, 23). Cuando rendimos nuestro corazón al Señor él fortalece nuestro espíritu con su presencia, de tal modo que podamos controlarnos a nosotros mismos.
Dios nos da dominio propio si lo buscamos en oración. Es obvio que ninguna persona puede controlar completamente su vieja naturaleza. De hecho, Romanos 7:21 al 23, dice: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal esta en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que esta en mis miembros”. Si alimentamos nuestro espíritu con la lectura de las sagradas escrituras y buscamos al Señor en oración, vamos a cultivar el dominio propio. “Que habite Cristo por fe en vuestros corazones”, dijo el apóstol Pablo. (Efesios 3:17).
El cristiano que domina de si mismo renuncia al mal y hace el bien; anda de acuerdo con la voluntad de Dios. El verdadero cristiano sabe que si mantiene arraigada su fe al Señor y si no se cansa de hacer el bien sin flaquear alcanzará la bendición. “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. (8:6).


Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar