
El amor de los padres, que podría contribuir al mejoramiento o la solución de los problemas que aquejan a los jóvenes, lamentablemente en muchos hogares brilla por su ausencia ya que estos están ocupados en sus propios problemas y conflictos. Tristemente los padres están incapacitados para captar y percibir la problemática juvenil. Actualmente es difícil encontrar un joven que no padezca alguna forma de conflicto. De una u otra forma, a través de la violencia, el consumo de drogas y la delincuencia, muchos jóvenes procuran erráticamente atraer amor y comprensión, pero lo único que consiguen es indiferencia y desorientación. Por supuesto que hay padres ejemplares que lideran hogares que son refugios de paz para muchos jóvenes, pero esos hogares los podemos contar con los dedos.
Creo que en este marco de violencia juvenil, hay que fomentar la idea de que los jóvenes realmente sirven para algo y que sus vidas tienen un propósito. Dios nos creó con un propósito particular para cada uno. Los adolescentes y jóvenes pueden, con la ayuda de sus familiares y profesionales, ser los protagonistas de la elaboración de las soluciones a los problemas que los aquejan. Dios creó a cada ser humano sobre la faz de la tierra con un propósito. Los jóvenes podemos estudiar, trabajar, ejercer nuestra capacidad. Servimos para algo. Podemos hacer cosas. Podemos mejorar nuestras vidas. Podemos salir adelante. No dejemos que nos subestimen. No escuchemos las palabras necias. Cerremos nuestros oídos a las descalificaciones y el menosprecio. Nosotros tenemos valor. Somos valiosos porque Dios nos creó y nos hizo únicos y especiales.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar