lunes, 6 de octubre de 2008

Sorteo de lolas




En los boliches ha aparecido un nuevo fenómeno. Cuando los concurrentes pagan su entrada, la cual cuesta entre 10 a 30 pesos, se les entrega un número para el sorteo de una cirugía estética. Los responsables de esta nueva modalidad publicitaria arguyen que el sorteo de lolas es una nueva manera de atraer al público femenino. Mientras tanto las autoridades en el área de la salud previnieron sobre los riesgos de mezclar la salud y lo festivo. En varias provincias del país, como Córdoba, La rioja, San Juan y Buenos Aires, entre otras, esta nueva moda ha adquirido adeptos, sorteando “nuevas” lolas en ciertos casos cirugía estética para los hombres. A fines del año pasado se rifó un par de implantes mamarios en San Juan, en la megafiesta temática "Quiero mis lolas". Sus organizadores señalan que patentaron el nombre, que incluyó desfiles de modelos, promoción de productos de belleza y gran revuelo. Debido a este episodio, muchos cirujanos plásticos expresaron su punto de vista ético al respecto. De todas formas parece que esta nueva temática publicitaria se ha instalado en los boliches.

La pregunta que nos convoca ante este fenómeno publicitario es: ¿Al permitir este tipo de publicidad no estamos frivolizando la salud? ¿Promocionar el sorteo de implantes mamarios no cosifica a la mujer? Ante todo creo que frivolizar la medicina atenta contra la ética y la salud. La culpa de este fenómeno también lo tienen las mujeres ya que viven pendientes de alcanzar un estándar de belleza enfermizo, tratando de eliminar las particularidades e “imperfecciones” que nos hacen seres únicos e irrepetibles. Parte de esta culpa también la tenemos los hombres por exigirles a las mujeres que porten cuerpos travestidos. Los hombres pretendemos colas paradas, grandes lolas, pretendemos que las minas sean unos camiones para ir detrás de ellas como viles babosos. Esto ha generado en las mujeres un sentido de la belleza desvirtuado, desfigurado por la publicidad y las modas. La culpabilidad de tal deformidad mediática la tienen los medios de comunicación. La ignorancia de los promotores de estas nuevas formas publicitarias frivolizan a la mujer, cosificándola, degradándola, escupiendo su dignidad.

En esta propuesta radica la estupidez y confusión de los jóvenes de hoy. No digo que este mal salir o divertirse, lo que digo es que esta idea publicitaria errática contribuye a la deformación de la feminidad. Además son lamentables los casos de muertes ocurridas en personas jóvenes luego de haber pasado por el quirófano de cirujanos plásticos. Creo que estas ideas de los dueños de los boliches merecen nuestra reflexión ya que este género de experiencias socava los valores y degrada la salud pública. Los promotores de estos sorteos tienen que reflexionar sobre los valores que están sosteniendo al adoptar estas temáticas publicitarias. A la hora de cuidar nuestra salud física y psíquica tenemos que ser cuidadosos y precavidos. Creo que en este tema de las cirugías estéticas, hay un mundo ficticio que nos devuelve más imagen que realidad. Tenemos que abrir los ojos al respecto, dándonos cuenta que somos parte de la cultura del zapping, donde las personas, principalmente los adolescentes y jóvenes, quedan prisioneros no solo de lo efímero que es la imagen y la estética, sino que también quedan atrapados por el consumismo y los mitos de los medios de comunicación que generan necesidades inducidas, necesidades que jamás quedan satisfechas pues esta máquina de generar necesidad nunca para de promover la artificialidad. Los jóvenes potencialmente cargados de creatividad y libertad profundizan su fragilidad intelectual cuando quedan entrampados comunicacionalmente por medios que producen efectos de realidad. En ese contexto se produce una idealización del cuerpo, una asociación con imágenes exitosas o ciertos estereotipos físicos. Entonces, cuando las chicas jóvenes no tienen el físico de la chica de la televisión, salen a buscar eso que llaman éxito, lo cual las perjudica y desvirtúa como mujeres. Una cosa es la cirugía estética reparadora para que una persona se reconcilie con su propia imagen, por casos de malformaciones, accidentes o el simple deseo de mejorar algo que realmente que perjudica la autoestima de la persona, pero otra cosa muy distinta es hacerse una intervención quirúrgica por el simple hecho de estar a la moda. Argentina ocupa en el mundo el tercer lugar en cirugías estéticas, fenómeno que exige nuestra reflexión y nuestro discernimiento. Quizá debamos reformular nuestra realidad. Quizá debamos cuestionar los “valores” que estamos sosteniendo. Quizá vamos en la dirección equivocada…

Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar