miércoles, 15 de octubre de 2008

Caricias terapéuticas


El contacto físico-afectivo entre dos personas es una experiencia básica y necesaria para el desarrollo pleno de la personalidad. Al abrazar y tocar a otras personas estamos conectándonos, comunicándonos. El contacto humano proviene antes de las palabras y el pensamiento racional, por lo tanto es de vital importancia el contacto físico-afectivo. Desde que el niño nace necesita el contacto físico con sus padres. La piel no es la única forma de unión con el mundo externo sino que es el experimentador primario y mediador de los mensajes tempranos de transmitir vida o muerte. Spitz (1945,1946) en sus estudios sobre la orfandad, describió situaciones en las cuales los niños que no eran acariciados se ponían enfermos y se morían. Este estado se llama a veces el “marasmo” infantil. En su libro El primer año de vida, Spitz (1965) señalaba que “la identificación primaria se hace difícil por aquellas madres que retiran de sus hijos la gratificación inherente en ser acariciado” (p 232). Los estudiantes de enfermería reciben programas de entrenamiento sobre las caricias terapeuticas. En el cuidado de niños prematuros los enfermeros emplean las caricias, al igual que los padres del niño, con el propósito de contribuir al fortalecimiento físico del niño. El Psicólogo-psicoterapeuta Iván Salas Dahlqvist escribió a este respecto: “A veces asociamos excesivamente la salud y el bienestar de los niños con su alimentación física. Sin embargo los estudios señalan, aquello que hemos intuido desde siempre; el poder de nuestro amor y su injerencia en el desarrollo Pues bien, resulta que nuestro contacto cumple una parte importante en la nutrición, tal cual la leche o el pan. Las caricias ayudan en las relaciones neuronales como en la tonicidad de los músculos, en la adquisición del idioma como en la conciencia de sí y obviamente en la construcción de la identidad, con impacto en el logro de las metas personales y la autoestima”. (Cosasdelainfancia.com).

Por otro lado la terapia de masajes en los adultos es un fenómeno creciente en nuestro tiempo. La Madre Teresa entendió el poder de las caricias ya que ella y sus hermanas acariciaban a los enfermos que tenían a cargo. Entonces, al acariciar a los necesitados con respecto, empatía y amor trascendente la Madre teresa conseguía que muchos enfermos mejoraran su salud. Acariciar no solo es terapéutico, es también milagroso. El tacto afectivo sustituye a las palabras. El lenguaje de las caricias es tan importancia como la comunicación oral y escrita. En el Festival de Ciencias de la Asociación Británica para el Avance de La Ciencia en Liverpool, un estudió demostró que el poder de las caricias tiene fundamento científico. Las caricias alivian el dolor, contribuyen a la socialización y hacen más eficientes los tratamientos contra la depresión. El afecto y las caricias ayudan a paliar el sufrimiento y el dolor. Un abrazo o una caricia por supuesto que no reemplazan a los medicamentos, pero si contribuyen a que el tratamiento sea más efectivo. Los seres humanos necesitamos de las caricias tanto como necesitamos de la comida, el descanso y el agua potable. El abrazo debe ser espontáneo, sincero, honesto, transparente, empático. Las caricias terapeuticas son algo vivo, básico, que actúa en el alma, las emociones, el físico de las personas. En fin, para que una persona se desarrolle integralmente necesita de las caricias y los abrazos, porque como dijo Sófocles, “no hemos nacido para compartir odio sino amor”.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar