domingo, 6 de julio de 2008

El film El valle de la luz y el libro Una vida con propósito del pastor Rick Warren






















Cada ser humano sobre la faz de la tierra tiene un propósito por el cual vivir. Dios permite que atravesemos múltiples circunstancias con el firme propósito de reconducirnos a su camino. En nuestro peregrinar nos topamos con personas que entran a nuestras vidas para dejarnos marcas indelebles, algunas son enseñanzas y otras son heridas. De todos modos, Dios permite que todo lo que sucede a nuestro alrededor nos señalé el propósito en la vida.

Hace poco vi el film El valle de la luz, del director Brent Shields, donde se cuenta la historia de Noé Locke, un veterano de la ll Guerra Mundial, que regresa a su pueblo natal al final de la guerra para encontrarse con la realidad de que sus padres han muerto, su hermano está en prisión y la granja de la familia se vendieron.
Entonces, cuando Noé se encuentra con ese contexto deambula de un lugar a otro en busca de un lugar al cual pueda llamar hogar, una comunidad a la cual poder integrarse. Finalmente, Noé está dirigido por un misterioso desconocido a un lugar desconocido la llama El Valle de la Luz. Noé se reúne y hace amigo de un muchacho mudo, Mateo, y Eleanor una joven viuda. Noé y Eleanor son dos almas solitarias que desarrollan una fuerte atracción el uno con el otro. Los diferentes personajes del film van entremezclándose hasta fusionarse, erigiendo el mensaje del film: Una vida con propósito.
Al ver este film vino a mi mente un libro del pastor Rick Warren que leí hace un par de años, titulado Una vida con propósito. Warren dice en su libro que "el propósito de tu vida excede en mucho a tus propios logros, a tu tranquilidad o incluso a tu felicidad. Es mucho más grande que tu familia, tu carrera o aun tus sueños y anhelos más vehementes. Si deseas saber por qué te pusieron en este planeta, debes empezar con Dios. Naciste por su voluntad y para su propósito.
La búsqueda del propósito de vivir ha intrigado a la gente por miles de años. Eso ocurre porque solemos empezar por el punto de partida errado: nosotros mismos. Nos hacemos preguntas egoístas como: ¿Qué quiero ser? ¿Qué debo hacer con mi vida? ¿Cuáles son mis metas, mis anhelos, mis sueños? Enfocarnos en nosotros mismos nunca podrá revelarnos el propósito de nuestra vida.
Dios no es tan solo el punto de partida en tu vida, sino la fuente de ella. Debes ir a la Palabra de Dios, no a la sabiduría del mundo para descubrir el propósito de tu vida. Necesitas fundamentar tu existencia en las verdades eternas y no en la psicología de moda, la motivación del éxito o en testimonios emotivos. La Biblia afirma: "Es en Cristo que sabemos quiénes somos y para qué vivimos. Mucho antes que oyéramos de Cristo, él nos vio y nos diseñó para una vida gloriosa, parte de su propósito general en el que trabaja en todo y para todos" (Efesios 1:11 -PAR)".


Julio césar cháves.
Escritor78@yahoo.com.ar

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