jueves, 3 de enero de 2008

Sobre la depresión


El Dr. Billy Graham, autor de ‘Esperanza para el corazón afligido’, respecto a la depresión, dijo: “Los cristianos no tienen una inmunidad total frente a la depresión. Lo cierto es que la marcha de los sucesos actuales, con el aumento enorme de la maldad, basta para que uno tenga pensamientos sobrios, sea o no cristiano. David, el dulce cantor de Israel, no siempre vencía a la depresión. A veces su canto alegre y gozoso se convertía en una deprimente endecha fúnebre. ‘Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientas me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?’. Encuentro que el remedio para la depresión es la alabanza. En otras palabras, debemos estar tan ocupados contando nuestras bendiciones, que no tengamos tiempo ni espacio para que entren en nuestra mente pensamientos sombríos y desesperantes”.
Hay personas que están tristes. Las tales, están decaídas, tienen baja autoestima y tienen una visión pesimista del mundo, de ellos mismos y de los demás. Lo ven todo negro. Se critican por todo. Están cubiertos por una desesperanza que los envuelve todo. La persona depresiva está centrada en una visión pesimista de sí misma y del entorno. El displacer la controla. Además, interpreta las vivencias personales de modo negativo y considera el pasado como una amenaza. La persona depresiva predispone siempre su ánimo hacia la melancolía. Nunca disfruta de nadie, ni de nada. Siempre está aburrida y apática. Las personas depresivas en el vulgo son llamadas ‘personas negativas’. Este tipo de personas que estoy describiendo, son poco sociales y tienen pocas amistades. Las personas depresivas reciben del exterior una serie de datos, luego procesan esa información y la ordenan, gestionando luego respuestas negativas y pesimistas del entorno. Siempre viven inclinadas a lo malo, lo oscuro, lo feo. Debido a esto, parecen seres fríos, distantes, que se oponen a los criterios positivos de sus semejantes, y que gestionan una conducta despectiva y descalificadora. El descontento y la desilusión controlan a este tipo de personas.
Las personalidades depresivas poseen una visión escéptica de la vida. No creen en nada. No hacen nada. Son expertas en derrotismo y prefieren la pasividad. No opinan, no miran lo positivo. El estado de ánimo habitual de este tipo de personas es de abatimiento, de tristeza, descontento y desánimo. La concepción que tienen de sí mismos y de la realidad que les rodea, se centra principalmente en pensamientos de inutilidad y baja autoestima, como dije unas líneas atrás. Ahora bien, teniendo en cuenta que la realidad del presente de la Argentina es negativa y triste, ¿Hay una vía de escape de la depresión? Sí. En primer lugar debemos empezar a mirar lo positivo de nosotros mismos y de nuestro entorno. No debemos autocriticarnos, ni autodescalificarnos. Debemos valorar lo que tenemos y lo que somos. ‘Se cuenta que en una aldea un indio estaba mal porque no tenía sandalias. Siempre estaba triste porque andaba descalzo. Pero un día iba caminando por otra aldea y conoció a un hombre que no tenía pies’. Debemos valorar nuestro cuerpo. Debemos sentirnos útiles. Si somos pesimistas, debemos tomar conciencia de esto y cambiarlo. Siempre que recibamos datos del exterior, luego de procesar y ordenar la información recibida, debemos pensar y dar una respuesta positiva al exterior. Jamás debemos permitir que el negativismo nos controle. Debemos agradecer a Dios la vida que nos ha regalado. Debemos autocontrolarnos y participar en empresas que nos conduzcan a lo positivo. Debemos confiar nuestra vida a nuestro padre celestial.
Augustus Tholuck escribió: “Existen momentos en la vida de todos los creyentes cuando Dios y sus formas de proceder se vuelven ininteligibles para ellos. Se pierden en meditación profunda, y nada les queda sino un desanimado suspiro. Pero sabemos a través del apóstol Pablo que el Espíritu Santo intercede ante Dios por los creyentes, cuando no pueden emitir sus suspiros”. Dios siempre está con nosotros de modo inmanente. El jamás nos abandona. Todo lo que somos se lo debemos a Él. Él nos ayudará a que gestionemos una conducta positiva. Lo que debemos comprender es que los ‘desanimados suspiros’ son inevitables.

Julio C. Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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