lunes, 28 de enero de 2008

Los cristianos y la megalomanía


El término megalomanía en psiquiatría se define como la sobreestimación delirante de las propias capacidades, como la convicción irracional de la propia riqueza, fama y poder. Mientras no alcance niveles de obsesión no es considerado patológico, pero cuando empieza a transitar por la senda de la obsesión es claramente un síntoma más de un cuadro de una enfermedad mental, desórdenes maníacos o paranoides. Megalomanía es un término que deriva de Manía, que significa locura y Megalo, que significa extravagancia y deseos de grandiosidad. Podemos decir que la megalomanía esta íntimamente vinculada con el narcisismo, lo cual es la actitud de la gente que siente una exagerada admiración por si mismos. La palabra narcisismo proviene de la mitología griega. La leyenda cuenta que Narciso era un bello joven que se enamoro de si mismo cuando vio reflejada su imagen en un lago y cuando se arrimó demasiado a la orilla se cayó y se ahogó. Entonces, se convirtió en la flor que hoy tiene su nombre. Freíd retomó la leyenda de la narciso para exponer su teoría sobre las primeras etapas en la vida del niño, etapa caracterizada por el amor a sí mismo.
He explicado lo que significa el término megalomanía. Ahora quiero describir a los creyentes esclavos de los delirios de grandeza. Los cristianos megalómanos son aquellos que necesitan verse en la cima, necesitan el éxito, la grandeza. Desean ser admirados, reconocidos. Hitler es un ejemplo de megalomanía. Herodes también lo es. (Hechos 12:20:23). Lamentablemente muchos líderes de hoy en día son víctimas de la megalomanía. Son soberbios, quieren llevarse el mundo por delante, creen erráticamente que Dios tiene que responder todas sus oraciones, y piensan que Dios nos llamo al triunfo y nada más que el triunfo. La megalomanía apela a los deseos de grandeza, a los pensamientos bizarros, la comparación, la alienación, la competitividad. Hablan de ganar el mundo para Cristo cuando la Biblia dice que el mundo esta bajo el maligno y que en los últimos días el amor de muchos se enfriará. Otros cristianos creen que Dios va a hacer llover dólares del cielo. Otros creen que Dios les va a regalar propiedades y les va a dar salud hasta los cien años, cuando en realidad Dios estableció leyes físicas, naturales, gastronómicas, que si las cumplimos vamos a tener salud. Dios estableció leyes humanas y espirituales con el propósito de regir la conducta humana.
Muchos citan versículos de la Biblia fuera de contexto. Hablan de prosperidad, grandeza, poder, fama. Pero la verdad es que el líder que habla únicamente de victoria, éxito, no esta dando todo el consejo de Dios. Con delirio y obstinación explotan la doctrina de la prosperidad como las sectas. Le prometen a la gente que Dios les va a dar todo lo que desean. Dicen que la enfermedad y la pobreza son por causa del pecado. “La Iglesia Romana ha sido la madrina de toda clase de totalitarismos, desde el fascismo en Italia hasta la Teología Marxista de la Liberación en América Latina. El mismo Juan Pablo II citó Gaudium et Spes, un documento emitido por el Concilio Vaticano II que atacaba la propiedad privada y afirmaba que "Si uno está en extrema necesidad tiene el derecho de procurar para sí mismo lo que necesita a partir de las riquezas de otro" - un estímulo débilmente velado hacia el hurto. De hecho, el papa alentaba la violencia a una escala masiva, no meramente el crimen individual, diciendo en su encíclica de 1987 Sollicitudo Rei Socialis, "Los pueblos excluidos de la justa distribución de los bienes originalmente destinados a todos podrían preguntarse: ¿Por qué no responderles con violencia a aquellos que nos trataron primero con violencia?" Este fue el razonamiento de Hitler para comenzar la II Guerra Mundial: Alemania ha sido desposeída de los bienes que originalmente estaban destinados a todos”.
La megalomanía nos aleja de Dios y le da lugar al diablo. Satanás es un megalómano. De hecho, quiso ser como Dios. Lo mismo quiere que seamos nosotros: Megalómanos. Quiere que busquemos nuestra omnipotencia, que deseemos grandeza, fama, poder y gloria, cuando en realidad nuestra fuente de éxito, salud y riqueza, es Dios. Si confiamos en nuestro Señor y ponemos en práctica los principios espirituales y humanos que él estableció seguramente viviremos una vida abundante. ¡A él sea la gloria!
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

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