lunes, 31 de diciembre de 2007

La soledad no es una desgracia


La gente ve la soledad como una desgracia. En vez de conocerse a si mismos, madurar, crecer, evolucionar, prefieren dejar pasar el tiempo y postergar su felicidad hasta que encuentren a alguien con quien compartir la vida. Lo cierto es que cuando una persona espera que alguien le de sentido a su vida es porque no se conoce a si misma y su vida no tiene un propósito definido. La gente que no sabe lo que quiere necesita estar siempre acompañada. En vez de ver la soledad como una oportunidad para incorporar nuevas vivencias, nuevos conocimientos, y desarrollar su personalidad, ven la soledad como un mal que aqueja a los hombres. Sabemos que los seres humanos somos por naturaleza seres sociales y que no podemos vivir sin los demás, pero eso no significa que para darle sentido a nuestra vida necesitamos depender emocional y psicológicamente de otros. A este respecto, el autor Ignacio Larrañaga, en su libro Sube conmigo, escribió: “Y he ahí el hombre, en alas de la dispersión, eterno fugitivo de sí mismo, buscando cualquier refugio con tal de escaparse de su propio misterio y problema”.
Necesitamos de los demás pero también necesitamos la soledad. Cuando estamos solos nos damos cuenta de la relación que tenemos con nosotros mismos. Tenemos que ver la soledad como un don, una circunstancia favorable que nos inspira grandeza, madurez, superación, crecimiento. Por supuesto que necesitamos amar y ser amados. De hecho, Dios dijo que no es bueno que el hombre este solo. Pero estar bien con uno mismo es fundamental para estar bien con los demás. Nadie puede ni debe ser un eterno fugitivo de si mismo. La grandeza humana se encuentra en el amor, la compresión, la muerte del egoísmo. Claro que para casarnos debemos estar enamorados, debemos amar a alguien y desear pasar la vida entera con esa persona, pero vuelvo a repetirlo, muchas veces necesitamos estar solos para saber si estamos bien con nosotros mismos y ese rostro, esa alma del sexo opuesto que esta enfrente nuestro, se complementa con nosotros y vamos a aguantarnos toda la vida, vamos a estar juntos por siempre.
En su libro Sobre el Yunque, Max Lucado reflexiona sobre la gente soltera: “En nuestra cultura existen ciertas cosas que, sencillamente, no sabemos cómo manejarlas: reactores nucleares, inflación, pornografía, y, quizás la más confusa de todas, al gente soltera. Gente soltera. ¡Que enigma! Esas extrañas criaturas sin marido o esposa. ¿Qué les dice usted a esas personas? ¿Cómo lleva adelante una conversación con gente desposeída y socialmente amputada? ¿Les tiene lástima? ¿Los alienta? ¿Los ignora? Nuestra cultura está tan enraizada en el hogar que aquellos que no lo tienen… bueno, son como aviones sin hangar (vuelan alto pero no tienen dónde ir en la tormenta). Pero, créase o no, es posible estar contento y llegar a casa, a un departamento vacío. No tener pareja no es tan malo como se lo presenta. En efecto, puede ser parte de un plan”.
Estar solo puede ser parte del plan de Dios. No hablo de quedarnos solos en una isla sin la compañía de otras personas, digo estar sin pareja, ser solteros. No estoy hablando de la eterna evasión de nosotros mismos, no hablo de la soledad como escapismo, hablo que aprovechar la soltería, la soledad para conocernos a nosotros mismos, explorarnos, conocernos, aceptarnos, amarnos. Porque únicamente el que se conoce a si mismo puede conocer a los demás. Únicamente el que se ama a si mismo puede amar a los demás. Únicamente es que se cuida a si mismo puede cuidar a otros. Porque amar es “enriquecer todo tu ser para poderte dar a otro; es olvidarte, para ofrecerte a otro; es abrirte a los demás; es aceptarles, comprenderles, relacionarte con ellos; para poder así acoger a otro; es unirte a Dios, para poderte unir en Dios a los otros”, dijo Michel Quoist en su libro Triunfo.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

1 comentario:

JuanK dijo...

La soledad, tremendo tema para los que estámos solteros.
me preguntaba x que Dios permitió que Adán esté solo un periodo de tiempo (no sabemos cuanto) solamente el soltero puede experimentar ese estado de soledad con la q se encontraba Adán, él observaba lo gratificante que es tener un compañero(a) y lo veía en los animales, pero cada tarde al volver a su ¨cuarto¨ se sentaba y no había con quién compenetrarse.
Admitamoslo aunque Dios puede llenar plenamente la necesidad de un hombre, creó a la mujer para que juntamente con él cumpla este cometido.
Adán en su soledad tendría que comprender la importancia de tener una compañera, valorarla y amarla.
Ed Cole dice: ¨La soledad es un buen lugar para visitar pero no para quedarse¨.
mi amigo que Dios nos provea y ya!!!!
saludos.