martes, 20 de noviembre de 2007

El hombre es pequeño, pero Dios es grande



Jairo fue un hombre inteligente, sabio. Se acercó a Jesús porque entendió que él podía solucionar su problema. Su hija estaba enferma y el anhelaba que siga con vida, pero aparentemente la salud de su hija no tenía solución. Sin embargo, Jairo fue hacia Jesús y el maestro fue con él. Cuando Jesús ve la fe de Jairo no puede resistirse, quiere solucionar su problema, quiere liberar a la hija de este hombre de la opresión de la muerte. Mientras hablaba con el maestro llegaron unas personas y le dijeron que todo estaba perdido porque la niña había muerto, pero esto fue mejor para Jesús. En efecto, Jesús hizo mucho más grande el milagro. Resucito a la niña y honro la fe un padre preocupado. Jesús le dijo a la muchacha que se levante. Y a los que estaban presentes les dijo que la niña solamente estaba dormida. ¡Que milagro!

Cuando un ser humano es consciente de su pequeñez y se rinde ante Jesús, Dios interviene a favor del milagro. El corazón de Dios se conmueve ante un corazón quebrantado y necesitado de él. Cuando un hombre viene a Jesús y presenta ante él su necesidad con fe, Jesús soluciona su problema, honra su fe. El que tiene fe es porque espera recibir algo de Dios. Fe es esperar que Dios mueva su mano a nuestro favor. Fe es dejar que Dios haga lo imposible. Fe es reconocer que nosotros somos pequeños, pero que Dios es grande. Cuando Jesús iba de camino con Jairo y se presentaron los mensajeros con la noticia de que la niña ya había muerto, Jesús le dijo que simplemente hiciera caso omiso de tal noticia y siguiera con Jesús hacia su casa. Los hombres podemos ser pequeños, pero Dios es grande. Los hombres podemos hacer lo posible, pero Dios hace lo imposible. Los hombres podemos ver lo tangible, pero Dios ve lo intangible. Los hombres podemos ver el presente, pero Dios ve el pasado, el presente y el futuro al mismo tiempo.

Jairo es un personaje que surgió de la muchedumbre. Era uno de los jefes de la sinagoga, representaba la conciencia religiosa judía. Y Jairo estaba consciente de que Jesús no era bien aceptado entre los religiosos, pero a él no le importo perder su rango en la sinagoga, lo que importo fue la vida de su hija. Jesús era considerado un opositor de las leyes religiosas predominantes de aquella época, Jairo seguramente oyó alguna crítica dirigida al maestro, pero algo dentro de él le dijo que el único que podía solucionar su problema era Jesús. Y así fue, Jesús lo bendijo y le regalo la vida de su hija. Creo que Jairo es claro ejemplo de una persona que fue capaz de sortear los prejuicios religiosos. Fue capaz de acercarse a Jesús. Y a este mismo Jesús podemos acercarnos todos. Él esta a la puerta de nuestro corazón. Lo único que debemos hacer es abrirle nuestro corazón y dejar que entre en nuestra vida.

Marilyn Casteel en una reflexión titulada La búsqueda de Dios, nos cuenta: “¿Está usted buscando a Dios? ¿Lo encuentra? Empecé mi búsqueda de Dios hace muchos años – cuando era joven.

Lo encontré... ¡pero sigue la búsqueda! He aprendido que Dios está por todos lados – pero pocas veces lo noto. Él deja pistas alrededor, para que lo encuentre.

Pasamos mucho tiempo buscando cosas – lentes perdidos, un calcetín, un libro. Pero, ¿cuánto tiempo pasamos buscando a Dios, nuestro Señor?

Es cuando Dios nos dice: ESTOY AQUI — ¿me ves? Él deja sus huellas en nuestra vida diaria –en su creación (el amanecer del sol), en los niños, en una sonrisa, en una nueva enseñanza en la Biblia.

Pero
, podemos pasarlo por alto. Vivimos en un museo de arte divino, pero estamos contentos con solo mirar el tapete. Vemos…pero ¡no vemos!

Después de días…semanas…y años de buscar a Dios – llegamos a ser buenos detectives. Puede buscar a Dios preguntándole a los niños: “¿Dónde has visto a Dios hoy?”

La búsqueda de Dios – Abra sus ojos porque ¡él esta! Jeremías 29:13-14 dice: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Seré hallado por vosotros, dice el Señor.”

Julio cháves escritor78@yahoo.com.ar

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