sábado, 6 de octubre de 2007

Sobre la obsesión por el pasado


Hay personas que viven obsesionadas por el pasado. Viven pensando en lo que hicieron o fueron en el pasado. Por eso, tienen miedo a la vida. Por eso jamás dejan de recordar los malos momentos que pasaron. Por eso, su obsesión por el pasado los ha llevado a refugiarse en vivencias retrospectivas. Estas personas no pueden hablar del presente o del futuro, pues están instaladas en el pasado que se intensifica cada vez más. Hay personas que se sienten agobiadas por el pasado. Su presente ha sido afectado por las heridas retrospectivas. Debido a esto, su vida es hueca, vacía, y sin sentido. Ahora, yo me pregunto: ¡¿De qué modo podemos interpretar nuestro pasado positivamente?! Es muy fácil. En primer lugar: Debemos reconciliarnos con nuestro pasado porque es parte de nuestra vida. Nuestro pasado es importante. Lo que somos es sublime. El pasado siempre va a estar. Entonces lo que podemos hacer es entregan nuestro pasado a Dios. El nos dará la fuerza para que lidiemos con las heridas y los fracasos pasados de modo constructivo. Nancy Groom dijo: “También debemos dejar a un lado la negación de nuestras pérdidas. Si anteriormente habíamos adormecido nuestro enojo y dolor ante los reveses de la vida, ahora debemos enfrentarnos a nuestras pérdidas y a todas las emociones que las acompañan…La gracia me libera para que ya no minimice, justifique, o niegue mis pérdidas, sino que las encare con integridad y me entristezca por ellas. El salir de la negación de pérdidas pasadas ha sido fundamental en mi proceso de curación”. Negar la existencia del pasado es Negar o dejar de lado una parte de lo que somos. Dios nos ayudará a que interpretemos el pasado bajo la luz de las escrituras. Al pasado no podemos cambiarlo, pero debemos interpretarlo en torno a Romanos 8:28 que nos expresa: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Dios nos ayuda a que interpretemos nuestro pasado con perspectiva eterna. ¡Dios nos ayuda a entender que todos tenemos frustraciones y también nos ayuda a confiar en él para que saltemos por encima de los obstáculos del pasado y que miremos hacia delante!
El pasado es importante, pero el presente es mucho más importante que lo que fuimos. Si confiamos en Dios, su justicia está con respecto a nosotros y nosotros con respecto a la justicia de Dios en relación con nuestro sufrimiento pasado o presente. Cada vez que luchemos con momentos tristes, que carecen de una explicación intelectual, debemos depositar nuestra fe y nuestra confianza en la sabiduría de Dios. Alguien dijo que ‘el hombre en su impaciencia quiere combatir el mal con la fuerza. Pero Dios sabe lo que hace. Sólo él puede convertir lo malo en bueno’. Amy Carmichael afirmó: “La mano que toca es la mano horadada, una mano horadada es tierna; pues conoce la sensación de dolor”.

En segundo y último lugar: Debemos aprender de nuestro pasado. Debemos aprender a reconocer lo positivo de nuestro pasado. Debemos utilizar nuestro pasado como ejemplo para no cometer los mismos errores. Debemos maximizar lo que somos ahora y minimizar lo que hemos sido. Esto nos permitirá disminuir nuestro índice de vulnerabilidad y nos permitirá vivir el presente mirando hacia delante. Nuestro pasado es el puente que nos ha ayudado a comunicarnos con nuestro presente. Debemos valorarlo aunque seamos poseedores de un pasado oscuro. Dan Allender escribió: “La misericordia de Dios no erradica el daño, al menos no en esta vida, pero consuela el alma y la lleva adelante a una esperanza que purifica y libera. Permite que el dolor del pasado y la lucha del proceso de cambio generan fresca nueva vida en ti y que sirvan de puente sobre el cual otra víctima pueda caminar de la muerte a la vida”. Nuestro pasado es un puente que Dios utiliza para comunicarnos su amor incondicional. Dios está con nosotros. Ahora, en el presente.

Julio C. Cháves
Escritor78@yahoo.com.ar

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