sábado, 6 de octubre de 2007

Sobre la etiqueta y el producto


‘La etiqueta no hace al producto’. Lo de afuera no hace lo de adentro. Y la posición y el poder no hacen al líder. El siglo XXI es una época de profunda superficialidad. Para la gran mayoría de las personas, la piel lo es todo. La posición lo es todo. La clave para tener éxito es ‘parecer’ exitoso. Parecer es más importante que ser,- al menos así lo estipulan los que aparentemente dicen que saben de qué hablan. La idolatría de la apariencia ha infestado a cada sector de la sociedad. La política, la cultura, la religión y todo lo que a relaciones humanas se refiere, han sido infestadas por el dios postmoderno: Espectáculo Estético. Hay personas que creen estar en la realidad, pero lo cierto es que son material disponible para las historietas cómicas. Hay líderes espirituales que sólo se preocupan por cómo lucen las cosas en el exterior, pero que, deliberadamente, se olvidan de que tienen que comunicar un mensaje de Dios a sus feligreses. Estos son impostores, pues utilizan el púlpito como un escenario, para desempeñar un papel actoral, que el único objetivo que tiene es enarbolar un espectáculo manipulador y utilitarista. Para estos líderes lo importante es la imagen frente a otros líderes. Lo que ellos quieren es generar envidia en sus contrincantes. Lo que ellos quieren es utilizar el poder sutil del abuso espiritual para alcanzar sus fines petulantes y egoístas. Estos personajes dicen querer honrar a Dios, cuando en realidad se quieren honrar a ellos mismo. ¡Esto es vanidad!
Lo mismo pasa en la política. Para los dirigentes es más importante parecer que ser. Pero lo cierto es que no todo el que habla de política es político, pues un auténtico político es aquel que sabe que la oratoria no es sinónimo de promesas estériles, sino de verdad y prólogo para el ejercicio de la justicia. El verdadero político detesta la vanagloria, el dinero fácil y la arrogancia de considerar a cada hombre como un número más. A los políticos truchos es fácil reconocerlos, pues los tales aman el espectáculo público, y sobre todo, dar choripanes antes de las elecciones. ¡Simplemente vanidad!
La misma estupidez Light ha infestado a las escuelas. Sé que hay profesores truchos que no enseñan lo que han aprendido. Esto lo he vivido en carne propia, ya que cuando iba al secundario fui alumno de un profesor de historia que no nos enseñaba un comino. ¿Con estos profesores quieren que aprendamos? Creo que no hay ciego peor que aquel que no quiere ver. ¡Esto también es vanidad! El verdadero maestro o profesor es aquel que enseña lo que sabe con pasión e idoneidad.
Creo que el siglo XXI se caracteriza por los líderes truchos en todos los terrenos sociales. Los líderes que parecen, pero que no son. Líderes que no tienen nada de sustancia interior, pero que poseen mucho barniz brillante en su exterior. Líderes que parecen felices, pero que viven infelizmente. Líderes que parecen buenos, pero que tienden hacia la malignidad y el engaño. Líderes que tienen una posición, poder, status social, celular, pero que son simplemente actores y productos que no tiene nada que ver con la etiqueta. Ñoquis de lujo. Muecas impostoras. Líderes que no viven para lo que hacen, sino de lo que hacen. Líderes que dicen una cosa y que en su vida privada se olvidan de lo que dijeron. Los líderes son el espejo de la sociedad. Son básicamente ellos quienes determinan qué fuerzas pondrán en libertad y cuáles suprimirán, ya sea que quieran utilizar lo bueno o lo malo de cada persona. Yo creo que los líderes al cumplir su función siempre tienen que tener en cuenta lo que dijo Willy Brandt: “La historia nos ha enseñado que basta uno para fomentar la crisis, pero conservar la paz requiere el esfuerzo de todos…”. Esto debemos tenerlo en cuenta en todos los órdenes sociales.

Julio C. Cháves
Escritor78@yahoo.com.ar

1 comentario:

Miss B. dijo...

epoca de profunda superficialidad.... estoy completamente de acuerdo con vos.... me encantó la imagen, puedo llevarmela?