sábado, 8 de septiembre de 2007

¿Vivir es un acto egoísta?



Las personas en las entrañas de Chacabuco tratan de sobrevivir. En el país pasa lo mismo. En el mundo también. Pensando en la sobre vivencia me vino a la mente una frase que leí en una película. Dice así: “Vivir es una acto egoísta”. No sé si esta frase es cierta o no. Lo que sí sé es que el orgullo es lo que nos está matando a todos. La sociedad está acumulando errores. La gente está mal. Hay caras tristes por todos lados. El otro día salimos a caminar con un amigo. Al principio caminamos sin rumbo. Simplemente queríamos disfrutar de una buena caminata. Después de unos cuantos minutos, decidimos ir a la plaza San Martín. Fuimos. Nos sentamos en los escalones del monumento. Justamente detrás nuestro, estaba, o mejor dicho está, la estatua a la cual le falta la espada. Desde los escalones del monumento me puse a observar a la gente que pasaba. Honestamente tengo que decir que no vi ni una sola cara alegre, pues lo cierto es que todos los rostros estaban, o mejor dicho, están signados por la tristeza.
La tristeza está creciendo pues nadie se quiere rebajar. Todos se ocupan de sus asuntos y a nadie le importa lo que le pasa a los demás. Entonces, con el empuje de la realidad, me pregunto: “¿Será verdad eso de que vivir es un acto egoísta? Algunos creen que sí. Por eso viven engañando y claudicando contra todos. A ciertos individuos solo les importa lo que ellos son. Los tales peregrinan sus vidas alimentando sus EGOS con vanagloria de la vida y vanidad. En la actualidad de hoy la gente se ha sumido en un comportamiento extraño. Quien no tiene un mango no le importa a nadie. La gente esquiva a quien no tiene plata. Son muy pocas las personas que respetan a los demás por lo que son como seres humanos. Rebajarse es sinónimo de ser un estúpido, así piensan los supuestos ‘sabios’. Vivimos en una generación YOISTA. Yo esto…Yo el otro…Yo, Yo y Yo y nadie más. Yo creo, desde mi humilde y modesto punto de vista, que es hora que cambiemos ‘YO’ por ‘NOSOTROS’. Edgardo Silvoso dijo: “El orgullo es como el mal aliento, uno no se da cuenta que lo tiene, pero los que están al lado nuestro sí”.
Hace 2.500 años el profeta Isaías observó a un pueblo que anhelaba encontrar la felicidad y la seguridad, pero que la buscaba en el camino del error y el egoísmo. La gente de ese tiempo, igual que ahora, pensaba que para encontrar la felicidad hay que vivir la vida como un acto egoísta. En aquel tiempo la gente corría a los mercados y a los lugares de vanidad, para gastar su plata en cosas que no le traían satisfacción permanente. Isaías un día se apareció delante de ellos y les dio esta palabra de Dios: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura”. (Isaías 55:1,2). Isaías les dijo a las personas de su tiempo que vivir egoístamente es igual que estar muerto en vida.
Lo que debemos tener en cuenta es que sólo Dios puede satisfacernos totalmente. Por el contrario, si decidimos vivir la vida como un acto egoísta, debemos tener en cuenta que el pasado, tarde o temprano, nos alcanza. Los actos son irreversibles. Lo que cosechamos es porque lo hemos sembrado. Sobrevivir a costilla de nuestro semejante es un acto egoísta. Y el egoísmo es una droga que te mata paulatinamente. Por esto, es que muchos, porque están muertos, viven la vida como un acto egoísta.

Julio C. Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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