sábado, 22 de septiembre de 2007

Un océano de irrelevancia



Esta es la sociedad del espectáculo. Aquí la envidia se maximiza y se minimiza la reciprocidad y la justicia social. Pensar es algo considerado trivial. Por eso, nadie piensa y nadie deja pensar. La actividad intelectual es para personas que están fuera de onda. Únicamente los ratones de biblioteca son compañeros de los libros. Únicamente los antisociales se cultivan intelectual e interiormente. Por doquier hay individuos amantes del éxito, el auto nuevo, las zapatillas, la riqueza, la belleza física, y un sin fin de espejismos modernos. Ante nosotros se advierte la cosificación. Antaño se pretendía tener objetos, cosas, mientras que ahora, todos son objetos, cosas. Así se vive. Así se despeñan las masas en aras del egoísmo y la codicia. Este es el siglo XXI, vacío claro. La banalización del ser humano es bien conocida. Los malos ejemplos hacen más mal que los pecados. La pantalla de televisión está empapada del espejismo fugaz de la fama, de dogmas tecnocráticos, de vedettes sumidas en la frivolidad, y de ideologías fashion que se configuran en tormo al relativismo y la cultura caricaturesca de una sociedad hueca, vacía, sin futuro. Hoy día, la solidaridad es como un negocio, y el dinero y el poder son considerados como sinónimo de éxito, felicidad y sabiduría.
Después dicen que ésta es la era del conocimiento. Yo creo que ésta es la era de la irrelevancia. Los dogmas tecnocráticos lo único que han logrado es aniquilar es la capacidad de pensar de las multitudes. Esto ha generado vacío mental. Epidemia de estupidez. Y todos viven en una prisión invisible. La prisión de la ignorancia. Una nueva y tecnologizada generación desculturalizada ha emergido. La construcción del interior, del espíritu y del alma está fuera de moda. La verdad es que los que se creen inteligentes sucumben ante un voraz mercado sexualizado y alienado por el status quo y las modas efímeras y excitantes. Así pues, yo me pregunto: ¿Hay alguna costa para salir de este océano de irrelevancia? Yo creo, desde mi punto de vista, que la costa segura es el conocimiento. El conocimiento de la Biblia. El mundo, la sociedad, necesitan hombres y mujeres con conocimiento bíblico. El Dr. Billy Graham nos cuenta respecto a la Biblia: “La conciencia nos habla, en lo más íntimo, de la presencia de Dios y de la diferencia moral entre el mal y el bien; pero esto es un mensaje incompleto, nunca es tan claro y comprensivo como las lecciones de la Biblia. Solamente en sus páginas encontramos el mensaje claro e inequívoco sobre el cual está fundado todo el cristianismo. Creemos verdaderamente que los que escribieron la Biblia, fueron guiados por el Espíritu Santo, tanto en los pensamientos que expresaron, como en la elección de vocablos. Como Pedro dijo: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. (2º Pedro 1:21).
Poseer conocimiento concreto de la Biblia es algo imprescindible en la vida diaria. La lectura de las sagradas escrituras es el buque insignia del control teocrático del espíritu humano. El ser humano que no sabe lo que dice la Biblia no puede ser totalmente feliz, pues vive en torno de lo inmediato, pero sin un verdadero proyecto configurado de acuerdo a la voluntad de Dios. La Biblia es la ley de Dios para los hombres. “Las escrituras –decía U. Zuinglio- vienen de Dios, no del hombre. La palabra de Dios no puede errar. Es brillante, se explica a sí misma, se descubre, ilumina el alma con toda su salvación y gracia, la consuela en Dios, y la humilla hasta que se anonada, se niega a sí misma, y se acoge a Dios”. La palabra de Dios puede darle forma hasta al alma más deformada. Conocer lo que dice este libro es sinónimo de sabiduría y felicidad…La Biblia es la constitución del cielo…

Julio C. Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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