sábado, 22 de septiembre de 2007

Jungla de vanidades


El siglo XXI nos ha hecho ingresar en el reino de la tontería, de la anarquía, del egoísmo y de la violencia. El amor ha sido malversado. La libertad ha sido malversada. La cultura que impera es la cultura del ‘Yoísmo’. Un relativismo moral y cultural ha herido de muerte a los individuos tecnificados de hoy. La falta de respeto por el intelecto es atroz. Lo frívolo y lo maligno, está de moda. La devaluación de la moneda argentina no es lo más alarmante. Lo más alarmante es la devaluación del esfuerzo, la seriedad y la justicia. Ciertamente estamos en medio de una jungla de vanidades. La vanilocuencia nos acosa. Vaniloquios nos suceden con propuestas indecentes. El vacío es parte de mucha gente. La vanidad camina por las calles. El bien y el mal están librando una batalla decisiva.
¿Quién ganará esta batalla? La gente lo decidirá. Los seres humanos poseen tanto la capacidad para hacer el bien como para hacer el mal. El rico, si quiere, puede ayudar al que menos tiene. Cada individuo, si quiere, puede hacer el bien al semejante. Esto está en la decisión de cada uno. Cada persona con sus acciones, buenas o malas, construye su biografía personal. Nuestras acciones son ladrillos que conforman la sociedad. James Thom dijo: “Si tratamos de mejorar a otros dándoles buen ejemplo, estaremos mejorando a dos personas. Si lo intentamos sin que pongamos el ejemplo nosotros mismos no habremos mejorado a ninguno”.
Todas las personas desean ser grandes a los ojos de los demás. Todas las personas hacen lo que sea por lograr esto. Muchas personas incurren en la egolatría con tal de trascender sobre los demás. Estas se dejan controlar por la envidia, los celos, los pleitos, en fin…; la lista de vanidades es extensa. Sófocles sabía bien lo que es el orgullo. Por eso, escribió lo siguiente al respecto: “El orgullo engendra tiranos. El orgullo, cuando hinchado vanamente de sus mucha altanería, ni conveniente ni útil para nada, se eleva a la más alta cumbre para despeñarse en fatal precipicio…”. La Argentina está en crisis, crisis es rotura, porque los que tienen no comparten nada con los pobres. La corrupción es un demonio engendrado por el orgullo. La impunidad es moneda corriente en esta sociedad politeísta. Los dioses de moda son: El auto 0 Km., la posición social, la ropa, la codicia, el status quo, la alfombra roja, la presunción, etc. La vanidad. Esta es una sociedad pagana, esclava de la vista. Figurar es más importante que ser. Para la gente todo es negocio, intercambio, trueque. El lema imperante es: “Te doy si me das…” ¡Por eso estamos como estamos! Los chicos en algunas provincias no tienen qué comer, mientras muchos políticos discuten sobre quién tiene la razón sobre determinado tema. Yo creo que las personas están cansadas de vanilocuencia. Creo que hacen falta soluciones, pues de palabras ya estamos hartos. Los niños que tiene frío no se pueden cubrir con palabras. Lo que necesitan son frazadas. Los jubilados no comen palabras. Lo que comen es comida. La gente necesita amor, dignidad, solidaridad y líderes que vivan para la gente y no de la gente. Es hora de recuperar el respeto por el prójimo. Debemos destruir a los vaniloquios con la verdad. Debemos dejarnos orientar por la justicia social. Lo que debemos hacer para vivir mejor es empezar a dejar la vanidad de lado.
Debemos cocinar la sopa. ¿La sopa? Sí, la sopa. Ralph Emerson reflexionó: “Una de las dificultades que afligen al mundo actual es que hay muchas personas dispuestas a meter su cuchara, pero poco inclinadas a cocinar la sopa”. Cocinar la sopa es decidir hacer el bien, no por conveniencia, sino por amor…El amor es lo contrario a la vanidad…

Julio C. Cháves.
Escritor78@yahoo.com.ar

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