lunes, 20 de agosto de 2007

Los pensamientos y las emociones


William James fue psicólogo, filósofo, y profesor en la universidad de Harvard. En cierta ocasión le preguntaron cuál consideraba que era el descubrimiento más importante en el campo del desarrollo humano en los últimos años, a lo que James respondió: “Hasta ahora se pensaba que para actuar había que sentir. Hoy se sabe que el sentimiento aparece cuando empezamos a actuar. Este es para mi el descubrimiento más importante en el campo del desarrollo humano”. Básicamente lo que dijo este famoso psicólogo es que las respuestas emocionales están relacionadas con las cogniciones. La cognición, que es básicamente el conjunto global de las operaciones mentales al procesar la información recibida, determina la respuesta emocional de un individuo. Vale decir entonces que el marco cognitivo de un individuo produce una respuesta psicofísica, afectando el cuerpo, la mente, la salud, las relaciones interpersonales, y cada una de las áreas de la vida. Los pensamientos tienen poder sobre los sentimientos. Muchos dicen que harán una cosa si lo sienten, pero en realidad los sentimientos vienen después del pensamiento. Nuestros pensamientos gobiernan nuestros sentimientos y emociones. “El pájaro no canta porque sea feliz, es feliz porque canta”. El cerebro humano es como una gran computadora. Tiene hardware (lo tangible) que es el cuerpo y tiene software (lo intangible) que son los pensamientos. Por lo tanto, el comportamiento de una persona no esta condicionado por el hardware sino por el software.
En su ensayo Una vía de escape, el Dr. Neil T. Anderson, dice: “Un día escuchamos el Evangelio y decidimos invitar a Jesús a entrar en nuestras vidas. Nacimos de nuevo. Llegamos a ser nuevas criaturas en Cristo, pero desgraciadamente no se ha borrado todo en esa tremenda computadora que llamamos nuestra mente. Allí está, todo lo que programamos en los bancos de nuestra memoria antes de venir a Cristo. Nuestros cerebros registraron todas las experiencias que tuvimos, buenas y malas. La buena nueva, literalmente, el Evangelio, es que tenemos a nuestra disposición los recursos que necesitamos para renovar nuestras mentes. El Señor nos ha envidiado el Espíritu Santo, que es el Espíritu de verdad (Juan 14:16,17), y él nos guiará a toda verdad (Juan 16:13)”.
Si estamos en Cristo “tenemos la mente de Cristo”. (1 Corintios 2:16). Tenemos armas superiores para ganar las batallas de nuestras mentes. El apóstol Pablo escribió: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. (2 Corintios 10:3-5). Manejar los pensamientos a través del estudio de las sagradas escrituras crea sentimientos y emociones constructivas. El apóstol Pablo dijo: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en la forma de pensar”. (1 Corintios 14:20). En el ensayo antes citado, el Dr. Neil T. Anderson sigue diciendo: “Nuestros sentimientos pueden distorsionarse por lo que decidimos pensar o creer. Si lo que decidimos creer no refleja la verdad, entonces lo que sentimos no refleja la realidad. Si lo que vemos o visualizamos mentalmente es equivocado dentro de lo moral, entonces nuestras emociones van a violarse. Si quiere sentir bien, debe pensar bien”. Filipenses 4:8 nos dice en que debemos pensar los cristianos. Pablo dijo que debemos llevar todos nuestros pensamientos a la obediencia a Cristo. (2 Corintios 10:5). Si deseamos que Dios transforme nuestras vidas debemos reprogramar nuestras mentes con su palabra. Las emociones y los sentimientos son valiosos, pero siempre deben estar controlados por los pensamientos. Mientras más bíblica sea nuestra mentalidad más bendiciones atraeremos. Aprendamos a usar la cabeza ya que indefectiblemente los pensamientos y las emociones están estrechamente relacionados y más que influirlas, se puede decir los pensamientos determinan las emociones. Finalmente quiero citar un artículo del Dr. John W. Stott, el cual tiene como titulo Cómo desarrollar una mente cristiana: “El uso correcto de nuestra mente produce tres beneficios. En primer lugar, glorificar a nuestro Creador. Siendo nuestro Creador un Dios racional que nos hizo seres racionales a su imagen y semejanza, y habiéndonos dado en la naturaleza y en las Escrituras una revelación racional, espera que usemos nuestra mente para estudiar su revelación. Al estudiar el universo y leer las Escrituras estamos pensando los pensamientos de Dios como él quiere. Por esto, un uso correcto de nuestra mente glorifica a nuestro Creador. En segundo lugar, enriquece nuestra vida cristiana. No estoy hablando de la educación, la cultura y el arte, que enriquecen la calidad de nuestra vida humana; estoy hablando de nuestro discipulado cristiano. Ningún área del discipulado es posible sin el uso de nuestra mente. Alabar es amar a Dios con todo nuestro ser, incluso con nuestra mente. La fe es una confianza razonable y otro ejemplo de la manera en que Dios nos guía. En tercer lugar, fortalece nuestro testimonio evangelizador. Con frecuencia nos preguntamos: ¿Por qué unos no aceptan a Jesucristo? Podríamos dar muchas razones, pero hay una acerca de la cual no pensamos lo suficiente: ellos perciben que nuestro evangelio es trivial, no les parece suficientemente amplio como para relacionarse con la vida real. Tenemos que recordar cómo evangelizaban los apóstoles, de qué forma razonaba con la gente, y que basándose en las Escrituras muchos fueron persuadidos. De hecho, Pablo define su ministerio diciendo: «Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres» (2 Co 5.11). Utilizar argumentos en nuestra evangelización no es incompatible con la fe en la obra del Espíritu. El Espíritu Santo no hace que la gente llegue a Jesucristo a pesar de las evidencias, sino que atrae a las personas a Cristo por medio de éstas, cuando Él abre sus mentes para que las tengan en cuenta. Pablo puso su confianza en el poder del Espíritu Santo, pero no por eso dejó de pensar y argumentar. El antiintelectualismo es algo negativo y destructivo, insulta a nuestro Creador, empobrece nuestra vida cristiana y debilita nuestro testimonio; el uso adecuado de la mente glorifica a Dios, nos enriquece y fortalece nuestro testimonio en el mundo”.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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