domingo, 19 de agosto de 2007

La maratón hacia el cielo


Hebreos 12:1-2 dice: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús”. La vida cristiana es una maratón. Es sorprendente la cantidad de cristianos que corren la carrera cristiana con una carga pesada sobre sus espaldas. Conocieron a Cristo, pero aún son esclavos del pecado y siguen viviendo vidas sin significado. Hace un tiempo fui a ver una carrera de maratón y pude ver que los corredores usan zapatillas, remeras y pantalones cortos, muy livianos, lo cual les permite correr con mayor libertad. En la maratón que vi hubo un ganado y los otros llegaron detrás del primero, y el premio más importante se lo llevo el que llego primero. En la vida cristiana no importa en que lugar lleguemos a la meta, lo importante es llegar. En la antigua Gracia se organizaban juegos olímpicos donde participaban atletas de todo el mundo y el premio para los ganadores siempre era una corona de olivas o laurel, pero los cristianos seremos coronados por Dios y recibiremos una corona de oro fino. No importa la posición en la que lleguemos, Dios esta esperandonos. Dios conspira a favor de los que le aman y cumplen sus mandamientos. Como alguien dijo: “La fe en nuestro Padre Celestial es lo único que nos da una vida con significado”.
Los pecados pequeños impiden que corramos la carrera cristiana con libertad y gozo. Por esto debemos entregarle cada área de nuestra vida a nuestro Señor, permitiendo que su Espíritu Santo nos santifique y redarguya de pecado. El Espíritu Santo es nuestro ayudador, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Matthew Henry escribió: “Todo peso, o sea, todo afecto desordenado por el cuerpo, la vida y mundo presentes. La preocupación desordenada por la existencia presente, o el apego a ella, es un pesado lastre para el alma que lo jala hacia atrás cuando debiera avanzar, hace que el deber y las dificultades sean más difíciles y pesadas”. Hay una inmensa nube de testigos observándonos, esos testigos son los corredores que ya llegaron a la meta. En la antigua Grecia, como conté antes, cuando un atleta llegaba a la meta tenía el derecho de sentarse en las gradas, pudiendo observar a los que todavía estaban en la competencia. Los cristianos que nos han precedido son la nube de testigos que nos observan. Vuelvo a decirte que no importa la posición en la que lleguemos, lo importante es llegar. En su inspirador libro Cura para la vida común, el genial escritor Max Lucado dice: “Todos somos individuos únicos, creados a la imagen de Dios, con nuestros propios dones, pasiones y puntos fuertes. Nunca es tarde para descubrir sus puntos fuertes, la voluntad de Dios o una nueva dirección en su carrera, curando así lo que de otra forma sería una vida común”. Ahora, la única forma de correr la carrera y poder llegar a la meta es despojándonos de todo peso y pecado, esto es, dejando de lado todo aquello que no le agrada a Dios. Cristo nos ha hecho libres y debemos permanecer en esa libertad. (Juan 8:32). Debemos ser pacientes y corremos la carrera con perseverancia y determinación, fijando nuestros ojos en Jesús, sabiendo que él entiende nuestra condición humana. "Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados", dice Hebreos 2:18. Los neurobiólogos dicen que donde están fijos nuestros allí esta puesta nuestra mente y nuestra atención. Por lo tanto, nuestros ojos deben estar puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, donde debe estar fijada nuestra atención. Cuando Pedro camino sobre el agua pude hacerlo porque tenia sus ojos fijos en Jesús. Cuando miraba el viento y la circunstancia se hundía. Pero cuando fijaba sus ojos en Jesús seguía caminando sobre las aguas. No quitemos nuestros ojos de Jesús y caminaremos sobre las circunstancias de la vida. Entonces, cuando estemos a punto de llegar a la meta, podremos decir junto con el apóstol Pablo: "He peleado la batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor...".


Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

1 comentario:

UniversoFF dijo...

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