martes, 21 de agosto de 2007

La Biblia y los problemas filosóficos


Las sagradas escrituras contienen todas las respuestas a las preguntas fundamentales de la filosofía. Todo ser humano sobre la faz de la tierra se plantea preguntas básicas relacionadas con lo metafísico, lo gnoseológico y lo axiológico. Con respecto a lo metafísico vale decir que los seres humanos fuimos creados por Dios. Tenemos libre albedrío, podemos elegir obedecer a Dios o desobedecerte, ateniéndonos a las consecuencias de nuestra elección. Algunos conceptos filosóficos han formulado teorías absurdas sobre la existencia humana, las cuales atentan contra la razón y el sentido común. El idealismo es uno de estos conceptos filosóficos absurdos ya que esta teoría arguye que todo cuanto nos rodea y percibimos con los sentidos, es tan sólo una concepción de nuestra mente, y que por lo tanto, existe sólo en función de nuestro pensamiento. También existen otros conceptos filosóficos de carácter panteísta, como la de Spinoza, que confunde al Creador con lo creado, lo cual es una idea totalmente irracional. En fin, el ser humano es un ser creado a imagen y semejanza de Dios y únicamente puede alcanzar la trascendencia relacionándose con su Creador a través de una relación personal con Cristo. Génesis 1:27 dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Dios no es una fuerza impersonal o un ser distante, Dios es un ser personal que se relaciona con los seres humanos, interviniendo en las vidas de los hombres, orientándolos, ejerciendo su providencia, mostrando su amor, salvando, santificando, justificando. Cuando Adán y Eva pecaron vino la confusión. Es por esto que los hombres no conocen el sentido de sus vidas. Debido al pecado y la desobediencia, vinieron el sufrimiento, las enfermedades y la muerte, pero gracias a Dios acá no terminó todo ya que Dios envió a su Hijo para morir en la cruz y darnos vida eterna a todos aquellos que creemos en él.
Ahora, la filosofía se hace esta pregunta gnoseológica que tiene que ver con el conocimiento: ¿Cuánto podemos saber y como llegar a saber? Los seres humanos deseamos conocer la verdad. Esta es una cuestión fundamental. A través de la historia de la humanidad, matemáticos, escritores, filósofos, historiadores, físicos, teólogos, psicólogos, entre muchos otros pensadores, han pasado toda su vida estudiando cuales son las leyes que rigen la naturaleza, la existencia humana, el cosmos. Desde la época de la filosofía griega, que alcanzó el pináculo del conocimiento en la obra aristotélica, donde Aristóteles reunió en su persona casi todo el saber de esa era, construyendo una ciencia destinada a dirigir la razón humana a través de la ciencia llamada lógica, se han ido sucediendo generaciones de intelectuales y pensadores que se caracterizaron por su obsesiva búsqueda de verdad. La lógica aristotélica afirmaba que a través del pensar discursivo se puede alcanzar la verdad en todos los campos de la actividad intelectual; siendo la lógica el instrumento mediante el cual la razón puede llegar al objetivo final. Así pues, esta afirmación de la lógica nos hace formular la siguiente pregunta: ¿Es posible que el ser humano encuentre la verdad por si miso? ¿No necesita ninguna ayuda externa? Debido a esta pregunta los filósofos del medioevo discreparon con los filósofos de la Edad moderna. Por su parte, en la época medieval imperaba una norma interpretativa distada por los dogmas religiosos, erráticamente denominados “revelación”, amalgamados por el aristotelismo. Pero estas normas del medioevo no quedaron incólumes ya que desde los principios del renacimiento surge un movimiento escéptico que va minando esas supuestas bases infalibles, estableciendo estos nuevos filósofos que la razón humana es el instrumento mediante el cual se puede llegar siempre a la verdad. Como consecuencia de la indispensable necesidad de encontrar el método correcto para dirigir la razón, los filósofos modernos seguían afirmando que la inteligencia humana era suficiente para llegar a esa meta esquiva llamada verdad, surgiendo de la búsqueda del método correcto, el errático concepto filosófico de que la necesidad de una norma infalible no es necesaria, descartando los dogmas religiosos, eliminando toda necesidad de la revelación divina. Entonces, se puede decir que tanto los filósofos de la edad media como los filósofos de la edad moderna están equivocados en su búsqueda de la verdad ya que ningún ser humano puede hallar la verdad lejos de una relación personal con su creador. Cabe admitir que mediante el uso de la lógica de la edad moderna los pensadores y filósofos han descubierto verdaderos milagros científicos que cambiaron las sociedades por completo. De esa época histórica datan la creación de disciplinas científicas como son la química y la física. Dos de los filósofos antes mencionados, precisamente Descartes y Galileo, fueron, además de eximios filósofos, extraordinarios hombres de ciencia. En efecto, mediante el empleo de las doctrinas racionalistas-lógicas que predicaban alcanzaron logros científicos impresionantes, pero desde la época de la filosofía griega, a través de la historia humana, disponiendo y utilizando los más variados métodos lógicos, la mente humano se ha esforzado por resolver y encontrar una respuestas a los interrogantes humanos relacionados con la existencia, pero lamentablemente la filosofía no alcanzó ni alcanza para encontrar las respuestas a estas cuestiones puramente espirituales.
Muchos filósofos y pensadores se han esforzado por encontrar la verdad por sus propios medios desoyendo la vos de Dios. Las opiniones de las diferentes corrientes de pensamiento discrepan entre sí, marcando la pauta de que a través de la razón humana no podemos alcanzar la verdad. Esto no hace ser consciente de las limitaciones de la razón humana, poniendo de manifiesto nuestra intrínseca necesidad de la intervención de Dios para conocer el sentido de nuestra existencia. La Biblia es el código moral y ético inmutable que nos marca el norte de nuestra existencia, dándonos las respuestas correctas a todas las preguntas fundamentales. La Biblia es la verdad porque es la vos de Dios hacia la humanidad. En las sagradas escrituras hallan respuestas todas nuestras preguntas, constituyéndose la palabra de Dios como la única fuente de la verdad, siendo la constitución del cristianismo.
Ahora, al interrogante filosófico relacionado con lo axiológico, (el que trata de los valores) debo decir que la palabra de Dios contiene en sus páginas en código de moral más sublime e inmutable de todos los tiempos. La Biblia establece la verdad suprema en contraste con todos los errores humano, aportando en sí misma una magnífica regla pata medir la verdad. La vida tiene sentido porque Dios nos creó y le dio y le da un inmenso valor a la vida humana. Dios nos considera de tanto valor que envió a su único Hijo, a Jesucristo, a morir por nosotros en la cruz. Finalmente quiero compartir con ustedes los siete pasos para tener una experiencia con la Biblia, escritos por el Dr. BLACKABY, autor de la popular serie "Mi experiencia con Dios". “1. Ante todo, procure una relación con Dios. Absolutamente todo en su vida cristiana, y todo lo necesario para conocer la voluntad divina, depende de la calidad de la relación de amor que usted tiene con Dios.
2. Sintonice su corazón para oír la voz de Dios. Usted deberá estar alerta para ver de qué manera singular y única Dios se comunica con usted.
3. Viva la Palabra a través de la experiencia personal. Cuando obedece, usted llega a conocer a Dios de modo más íntimo al tener la experiencia de que Él está obrando a través de usted.
4. Rinda ante Él los derechos que usted tiene. Para vivir una vida centrada en Dios, usted debe hacer que su vida esté enfocada en los propósitos de Dios, no en sus propios planes.
5. Conozca la voluntad de Dios conociendo el corazón de Dios. Usted nunca tiene por qué sentir vacío o falta de propósito. Cuando usted tiene a Dios, lo tiene todo.
6. Obedezca. Obedezca. Continúe obedeciendo. Ajuste su vida a Dios a fin de seguirlo a donde Él lo guíe, aun si la tarea parece ser pequeña o insignificante.
7. Permita que de la adoración fluya el testimonio. Cuando el mundo ve que a través del pueblo de Dios suceden cosas que sólo se pueden explicar diciendo que Dios mismo las ha hecho, el mundo se sentirá atraído hacia el Dios que ve”.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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