domingo, 5 de agosto de 2007

Abrazados podemos volar


Haroldo Conti, conocido escritor de nuestra ciudad Chacabuco, escribió: “La vida de un hombre es un miserable borrador, un puñadito de tristezas que cabe en una cuantas líneas”. “Pero a veces, así como hay años enteros de una larga y espesa oscuridad, un minuto de la vida de ese hombre es una luz deslumbrante”. Con estas palabras Haroldo da comienzo a su relevante cuento ‘Perfumada noche’. Y lo que dice es verdad. Todos, y en esto estoy en común acuerdo con Conti, tenemos años enteros de larga y espesa oscuridad, y por supuesto, también transitamos por ese minuto de luz deslumbrante, como el que tuvo el Señor Pelice, el personaje principal de este cuento ‘Perfumada Noche’.
Somos humanos y como tales, traemos en el alma los mismos dolores y alegrías. La sociedad en la que vivimos es un compendio de ‘puñaditos de tristeza’, que claro pues, cabe en muy poquitas líneas. Somos personas comunes. Lo que le pasa a uno también les puede pasar a los demás. Exento de sufrir, nadie lo está. Todos podemos extraer de dentro de nosotros sentimientos y amor. Hay elementos humanos que nos caracterizan a todos. Todos tenemos corazón para amar, ojos para revelarnos a los demás, y labios y dientes para sonreír. En común tenemos mucho. Sin embargo, también hay cosas que nos diferencian, pues no somos iguales. Hay momentos que somos como un infinito arco iris y todos representamos un color distinto en el mismo, pero también hay ocasiones en que somos truenos que chocan, y rayos que compiten violentamente. Lo cierto es que por momentos somos cariñosos y por momentos pasamos por desagradables episodios y nos herimos mutuamente. Y a veces nos olvidamos que el amor existe.
Tercera epístola de Juan dice: “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios”. Tenemos aspectos diferentes, pero hacer el bien debe caracterizarnos. El bien debemos tenerlo en común. Únicamente con la ayuda de los demás podemos volar. Luciano de Crescenzo escribió respecto a nosotros lo siguiente: “Cada uno de nosotros es un ángel con una sola ala. Y solo podemos volar si nos abrazamos unos a otros”. El amor de Dios debe unirnos. Debemos despojarnos de nuestros portentosos egos. Amar es fundamental para ser feliz y poder volar. El Dr. Leo Buscaglia en su libro ‘Amar a los demás’ cuenta lo siguiente: “¿No habrá llegado el momento de olvidarnos de nuestros pequeños egos, de perder nuestro miedo a parecer sentimentales o ingenuos y de acercarnos a nuestra necesidad universal de los demás? ¿Por qué nos resulta tan difícil abrazarnos sin temor y con pasión y decir: ‘Ser humano, toma mi mano humana’? Hay una hermosa fábula que cuenta que una niña va caminando por una pradera y ve a una mariposa atravesada por una espina. Con mucho cuidado la libera y la mariposa comienza a alejarse volando. Luego regresa y se convierte en una hermosa hada.
-Por tu bondad- le dije a la pequeña- te otorgaré lo que más desees.
La niña piensa un momento y responde:
-Quiero ser feliz.
El hada se inclina sobre ella, susurra en su oído y luego desaparece rápidamente. A medida que la niña crecía, nadie en la comarca era más feliz que ella. Cada vez que alguien le preguntaba por el secreto de su felicidad, ella sonreía y decía:
-Escuché a un hada buena.
Cuando ya había envejecido, los vecinos, temerosos de que su secreto muriera con ella, le rogaban:
-Cuéntanos, por favor, cuéntanos qué dijo el hada. Y la ahora adorable anciana simplemente sonrió y dijo:
-Me dijo que todos, aún los que parecían más seguros, ¡me necesitan!
Todos nos necesitamos”. Nadie puede solo. Todos tenemos una sola ala. Y solo podemos volar cuando nos abrazamos a los demás con amor sincero.

Julio C. Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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