jueves, 19 de julio de 2007

El testimonio del amor al prójimo


El mal vulgariza, hace sucumbir al caos, disgrega. Pero en cambio, el amor de Dios dignifica, armoniza la vida, proyecta la vida en comunidad. Alguien dijo que si otra persona esta en desacuerdo con nosotros y piensa diferente, nuestro “amor” no debe ser una simple retórica, sino que debemos amar, aceptar y respetar. La mayor evidencia de que somos cristianos es el hecho de manifestar amor, de mostrar compasión, de hacer el bien sin esperar nada a cambio. Efesios 5:2 dice: “Andad en amor, como también Cristo nos amó”.


El amor soluciona problemas, lima asperezas, acerca a las personas, disipa las diferencias. El amor es más importante y significativo que todos los dones y talentos. (1 Corintios 13). El amor cambia vidas. Cuando una persona ama a los demás hace que los demás cambien y mejoren sus vidas. El afecto afecta. Voy a contarte algo que le paso a mi familia. Al lado de mi casa vivía una chica con sus hijos. Vivía sola porque su marido estaba en la cárcel. Mi madre siempre le dio una mano y la ayudo de una u otra forma, siempre que pudo. Cuando salió el marido de la cárcel vivían todos allí. Todo iba bien hasta que un día vino el marido de esta chica a mi casa y golpeó la puerta muy fuerte. Cuando salió mi viejo este muchacho le dijo si nosotros teníamos algo contra él. Amenazó a mi viejo y dijo que no se hacía responsable de lo que podía pasar. Cuando llegué a mi casa mi viejo me contó lo sucedido, entonces fui a la camisería y le hice una exposición pública.
El oficial me dijo que trate de resolver el problema pacíficamente
ya que este tipo de personas que salen de la cárcel se convierten en enemigos crónicos, es decir, uno puede tener problemas toda la vida. Al otro día, mi viejo nos dijo a todos que lo saludemos y que seamos amables con el vecino. Bueno, paso el tiempo. Precisamente pasaron como dos años ya que debido a un nuevo robo este hombre fue a la cárcel nuevamente. Cuando salió de la cárcel otra vez, tenía puesto un bracelete en el tobillo, es decir, estaba cumpliendo prisión domiciliaria. A media cuadra de mi casa hay un mini mercado donde vamos a comprar comestibles. Un día mi viejo fue a comprar algo y este muchacho estaba sentado en la vereda. Mi viejo fue al negocio y cuando volvió, este muchacho lo llamó y le dijo que se equivocó con nosotros ya que al observarnos se dio cuenta de que no somos mala gente. El padre le dijo que vamos a la iglesia y que jamás buscaríamos causarle problemas. Dijo que somos gente que no nos metemos con nadie. En fin, dijo que somos buenos vecinos. Además de pedirle perdón por la mala actitud que tuvo dos años antes, le pidió a mi viejo que cuando fuera a la iglesia orara por él porque quiere cambiar. Mi viejo le dijo que estaba todo bien y que si necesitaba algo que cuente con nosotros. El amor disipa las diferencias. Primera de Juan 3:18 expresa: “no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.
El amor es pertinente, asertivo. El verdadero amor se proyecta en bondad, altruismo y empatía. El mal despersonaliza, aísla, hace sucumbir al antagonismo, la competencia, la comparación. “Jesús dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 22:37-39). Quien ha sido redimido por Cristo, el Espíritu Santo lo santifica, y el amor de Dios cobra vida en el corazón. Entonces, el mal, personificado en el diablo, que es enemigo francotirador de nuestras vidas, desaparece y el amor de Dios se manifiesta en nuestros corazones. Max Lucado escribió en uno de sus libros: “Para el que es amado una palabra de afecto puede ser una migaja, pero para el que carece de amor una palabra de afecto puede ser un banquete”.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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