domingo, 24 de junio de 2007

No perdamos el alma


Los seres humanos necesitamos acercarnos a Dios ya que fuimos creados para su gloria. Lejos de su Creador los hombres no pueden hallar la felicidad. San Juan 3:16, 17, dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. La salvación es un asunto personal. Cada persona tiene que decidir si va aceptar a Cristo o va a rechazarlo. El área espiritual de los seres humanos es la más importante. No podemos descuidar este aspecto ya que si no aceptamos a Cristo seremos eternamente separados de Dios. Podemos tener millones de dólares, tener salud, una buena familia, ser una buena persona, pero si no tenemos a Cristo no tenemos nada. En el Sur de Francia, en una capilla, el gran emperador Carlomagno está sepultado de una forma inusual. Está sentado en una silla de mármol y envuelto en su túnica de emperador. Sobre sus rodillas yace una copia del Nuevo Testamento, y su dedo está señalando un versículo el cual dice: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O que recompensa dará el hombre por su alma?”.(Mateo 16:26).
En la vida hay dos tipos de personas: los que creen en Dios y los que no creen. Los que viven sin Dios el día de sus muertes no podrán ir al cielo. En cambio, los que le confiaron sus vidas a Dios a través de Cristo van a vivir en la eternidad con Dios y sus ángeles. Dios esta impartiendo su mensaje a toda la humanidad y les esta dando una oportunidad a las personas de conocer su mensaje de salvación individualmente. El que deja que la palabra del Señor entre en su corazón y se arrepiente de sus pecados, ese es perdonado y se convierte en un hijo de Dios. Entonces, Dios lo orienta, ennoblece su vida, le da sentido a su vida y la marca el camino de su voluntad.
Llegará un día cuando las personas que rechazaron a Dios, siendo indiferentes a su mensaje de salvación, estarán dominados por la angustia y la desesperación y cuando Cristo regrese nuevamente, clamaran: “Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”. (Apocalipsis 6:14-17). Los que no aceptaron el evangelio clamarán por misericordia y piedad, pero recibirán su merecido, serán alejados de Dios para siempre. En contraste, los que hayan creído, los que hayan aceptado a Cristo como su salvador persona, el profeta Isaías escribió que el día de la segunda venida de Cristo será un día glorioso, donde estarán con el Señor siempre. Isaías 25:9 dice: “He aquí éste es nuestro Dios, lo hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en él”.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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