domingo, 6 de mayo de 2007

Si no hay Dios, ¿qué hay?

El hombre aspira a completarse, tiene su humanidad, su calidad de hombre. El verdadero hombre desea algo más que meterse en la cama con una mina impresionante. Su importancia no pasa por ser un simple diente más en el engranaje de la gran máquina social. Su importancia pasa por relacionarse con algo superior. El ser humano desea tener una buena relación con la sociedad, con su barrio, con su gente y anhela ejercer influencia positiva sobre los demás. Esto se debe a que no quiere ser una pequeña maquinita que es controlada y manipulada por una máquina mayor. El hombre quiere ser un ser completo, realizado íntegramente. El corazón mismo de su ser le afirma cuando encuentra su completitud, ya que en su interior todo se torna sosiego y en paz. En todo lo que existe no hay nada en la tierra que lo complete, salvo Dios.
Es, pues, sabido que para el hombre no hay dios, ni ángeles, ni otra vida consciente en el más allá. Para el hombre de hoy existe el ahora y nada más. Charlie Chaplin, en ‘Tiempos modernos’, lo expresó bien claro. Chaplin no es un payaso, es un pensador reflexivo. Cuando Chaplin oyó que en Marte no había vida consciente, dijo “Me encuentro solo”. Esta declaración es típica de los filósofos de la era informática de hoy que dicen con vehemencia y energía: “Si no hay Dios, ¿Qué hay?”. Los hombres se tratan unos a otros como si fueran maquinas. Hacen esto porque ignoran que los seres humanos son lo mejor de la creación de Dios. La idea de que el hombre moderno es tratado como una maquina no es una profecía de Julio Verne. Es la realidad patente que estamos viviendo. El hombre es tratado si porque cree que lo es. Para muchos el hombre no es mas que una maquina que fue creada para consumir orgasmos múltiples, comida en abundancia y todo un sin fin de placeres compensatorios.
Los sabios de estos tiempos dicen que el hombre esta muerto puesto que es una máquina. El hombre moderno ha dejado de lado su razón y se ha ido de la mano del racionalismo. Todo quiere entenderlo desde si mismo. Es un místico como los seres humanos que construyeron la Torre de Babel. Por eso, todos los seres humanos, pobres e ignorantes, sabios y pobres, están a los pies de la Torre de Babel. El hombre moderno busca la inmortalidad lejos de Dios. Construye torres para llegar al cielo, pero lo único que consigue es pasajeridad, muerte y confusión.
Esto pasa porque lo único que llena al hombre es Dios, puesto que el hombre fue creado por Dios y él sabe totalmente cuáles son las necesidades básicas que el hombre debe satisfacer para sentirse realizado, libre y en paz, horizontalmente y verticalmente. Sea cual fuere la distancia a que se haya separado de Dios por los falsos sistemas intelectuales, así como por sus pecados, el hombre puede, si quiere por supuesto, volver con Dios para alcanzar su estado original. Lejos de Dios para el hombre no hay significado, ni verdad, ni nada absoluto. Lejos de Dios no hay nada que pueda transmitir paz.
El Dr. Billy Graham en su obra “El secreto de la felicidad”, expresó: “Los hombres seguirán matando, mintiendo, engañando, robando y haciendo la guerra para satisfacer su anhelo de poder, placer y riqueza, pensando que con esto adquirirán para ellos mismo y para los que los rodean: paz, seguridad, contento y felicidad. Pero todo es en vano”. Así, pues, es sabido que todos buscamos la felicidad, el contento y salud, tanto física, psíquica como espiritual, pero ¿Dónde se encuentra la fuente de la misma? La respuesta es simple: Jesús dijo: “No se turbe vuestro corazón…creed…en mí”. Juan (14:1). Jesús es quien completa nuestra vida y que nos muestra que no somos maquinas sin alma. El es nuestra completitud.

Julio C.Cháves.
juliogenial@hotmail.com

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