sábado, 19 de mayo de 2007

Orgullo: el vicio por excelencia.


El egocentrismo es lo que hizo caer al diablo. Antes era él ángel preferido de Dios, pero a causa de su egolatría fue expulsado del cielo él y todos los que le siguieron. Cuando nuestros padres Adán y Eva pecaron en el edén siguieron los pasos del diablo, de la serpiente, dejaron de lado la voluntad de Dios y quisieron hacer lo que les vino en gana, pero Dios también los expulsó del paraíso. Es que el orgullo nos aleja de Dios y la humildad nos acerca a él. Esta época es un tiempo de egolatría, egoísmo, competencia, comparación, mezquindad. Ahora, aunque vivimos en esta época no debemos hacer lo mismo que hicieron nuestros padres espirituales sino que debemos hacer la voluntad de Dios. El apóstol Pablo escribió: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos, amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándonos unos a otros y si alguno tuviera queja contra otro, de manera con que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”.No hemos sido creados para aplastar a los demás y ganar cueste lo que cueste. Hemos sido creados para dar y compartir. Como alguien me dijo una vez: Es agradable ser importante, pero más importante es ser agradable. No debemos tratar de superar a los demás sino que debemos superarnos a nosotros mismos. José Narosky dijo: “Los enanos se regocijan de las debilidades de los gigantes”. Los enanos son aquellos que se comparan permanentemente con quienes les rodean y envidian, se comparan y hablan mal de todos porque ellos quieren ser los mejores. El humilde acepta a los demás, los ama y busca el bien de los semejantes como si buscara el suyo propio. El individualismo quiere ganarle al otro. Pero la humildad quiere compartir con el otro. Tolerar, comprender y ponernos en los zapatos del otro hace que seamos aceptados, reconocidos y amados por todas las personas. Recordemos que el diablo fue echado del cielo debido al orgullo. Isaías 14:13-14 declara: “Tu que decías en tu corazón: subiré al cielo y en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré, mi trono y en el monte del testimonio me sentaré, en los extremos del norte; sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al altísimo”. El diablo quiso ser igual a Dios y el Señor lo echo del cielo. Lo mismo pasó con el hombre en el hombre en el huerto del edén, le hicieron caso al diablo que les dijo que podían ser como Dios, sabiendo el bien y el mal y Dios también los echó del huerto. El orgullo hace que Dios nos eche de las bendiciones. Dios no les da nada a los egoístas. De hecho, Dios resiste a los soberbios, pero recibe y da gracia a los humildes de corazón. C. S. Lewis escribió a este respecto: “El vicio por excelencia, el pecado más alto es el orgullo. Fue a causa del orgullo que el diablo llegó a ser diablo, el orgullo lleva a todos los otros vicios; es el completo estado competitivo por su naturaleza misma. El orgullo no siente placer de tener algo, sino de tener más que los demás. Es la comparación que tiene el orgullo: el placer de estar por encima de los demás”. El orgullo divide, aísla, corroe, denigra las relaciones interpersonales, pero sobre todas las cosas, daña nuestra relación con Dios. Si queremos acercarnos a Dios debemos despojarnos de la egolatría ya que o reina el Señor en nuestros corazón o reinamos nosotros mismos. Dos espadas no entran en una misma vaina. Los cristianos deben ser humildes, bondadosos, generosos, tolerantes y sobre todas las cosas deben amar al prójimo como a sí mismos. Esta es la voluntad de Dios.Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

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