martes, 8 de mayo de 2007

Dr.Martin Luther King, el Moisés negro.


Muchas de cal y muchas de arena... Durante los 13 años que se prolongó la lucha de Martin Luther King contra la segregación racial en Estados Unidos, las conquistas y los reveses se alternaron en una sucesión inacabable.
La alegría que le quedaba tras una concurrida marcha de protesta se borraba cuando lo arrestaban, lo apedreaban, bombardeaban su casa o lo calumniaban en un claro esfuerzo por desacreditarlo.
El balance final indica que valió la pena, pues ni él mismo esperó que las consecuencias de su batalla llegaran tan lejos. Y es que el reverendo King no fue solo un líder negro que encabezó un movimiento por la igualdad étnica. Los frutos de su semilla hicieron de Estados Unidos una nación libre.
Cuando niño, nadie debió explicarle qué era la discriminación, él la vivió en carne propia. Nacido en Atlanta, Georgia, en 1929, Martin descubrió muy joven su particular talento para la oratoria. En 1948 ingresó al seminario teológico de Crozer, en Pensilvania, dispuesto a convertirse en el líder que los negros necesitaban para perder el miedo y luchar por un trato igualitario.
Su lucha, una amalgama de idealismo cristiano con resistencia no violenta, se inició en 1955, luego de que una mujer llamada Rosa Parks fue arrestada en Alabama por negarse a ceder su asiento en el autobús a un hombre blanco. Cuatro días después, toda la población negra se sumó a la iniciativa de King: un boicot al servicio de autobuses que luego de tres meses puso en tales aprietos a los autobuseros que llevó a derogar las leyes discriminatorias en medios de transporte público.
En los años siguientes fue encarcelado siete veces y varias de sus manifestaciones fueron dispersadas con perros y mangueras de agua de alta presión.
En 1963, un año antes de ganar el Premio Nobel de la Paz, King congregó a 250.000 personas en una marcha en Washington D.C. que culminó con su famoso discurso "Tengo un sueño", el sueño de que sus cuatro hijos no serían juzgados por el color de su piel sino por la esencia de su ser.
Muchos atentados contra su vida precedieron al definitivo "el 4 de abril de 1968", que segó su existencia a los 39 años mientras se encontraba en Tennessee. La lápida de su tumba resume su más intensa añoranza: "Libre al fin" Gracias Dios Todopoderoso, soy libre al fin?.

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