domingo, 29 de abril de 2007

Hemingway, el FBI y las patas cortas de la mentira.



Ernest Hemingway en 1942 se hallaba en Cuba y necesitaba carburante y dinero para sostener su tren de vida. Entonces, a cambio de ambas cosas, ofreció al FBI sus servicios ¡como espía y cazasubmarinos! La vida de Ernest Hemingway fue una aventura constante: soldado, corresponsal de guerra, pescador y cazador. Además fue un hombre audaz hasta la violencia, rudo, mujeriego, trasnochador, alcohólico y sobre todas estas cosas, mentiroso. Su actuaron durante la Segunda Guerra Mundial fue polémica. Su verdadera historia respecto a sus informes para el FBI comienza a conocerse a partir de los documentos del dossier secreto de FBI que fueron desclasificados en 1983. A comienzos de dicho año, Jeffrey Meyers, profesor de la universidad de Massachussets, estaba escribiendo una biografía de Hemingway y decidió presentarse en las oficinas del FBI con el fin de consultar el dossier secreto sobre las actividades de Hemingway de espionaje durante La Segunda Guerra Mundial.
Antes de los obstáculos del FBI, el joven profesor invocó el derecho de información por haber pasado más de 30 años desde el final de la guerra- según la ley de archivos-, y el FBI tuvo que entregarle las fotocopias del dossier casi completo. El dossier contiene 125 folios de documentos que, en su conjunto, son informes de aventuras imaginarias y muy propias de una apasionante novela de acción; no obstante el FBI se reservó 15 folios por razones de seguridad nacional. Hoy día pueden conocerse las actividades de Hemingway como espía, esto se debe al gran escándalo que provocó Meyers en febrero del mismo año con sus declaraciones a la prensa, revelando que el gran escritor se había burlado del FBI y de la Marina de EEUU con sus esperpénticas de espionaje desde Cuba. Las mentiras de Ernest Hemingway fueron descubiertas. Edgard Hoover, director del FBI durante la Segunda Guerra Mundial, se indigno al leer los informes fantásticos de Hemingway y cortó la relación de la agencia con el escritor.
Las mentiras tienen patas cortas. La verdad es más poderosa. La mentira es enemiga de la justicia, de la simpatía y de la solidaridad. La mentira equivale al mal: es simple maldad en acción. El engaño, la traición, el crimen, y toda una gama de perversidades son concebibles en un corazón mentiroso. La mentira es premisa de la injusticia, la apatía y el desamor. Cuando hay mentira de por medio, la vida se complica y las relaciones humanas se quiebran como un débil cristal. La rebelión se desarrolla paralelamente a la mentira. La mentira crece en razón de ser, directa del odio y la hostilidad. Equivocarse es humano, pero practicar la mentira es una equivocación oscura. Equivocarse es humano, pero las mentiras perpetúan el engaño y los sofismas. El juramento de la ley dice: “La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. Muchos apoyan sus manos en la Biblia y no obstante dicen mentiras como si en realidad declaras en mentiras que en realidad son verdades. Esto es paradójico, triste y estúpido. Mentir es común. Lo hacen los profesores, lo hacen los políticos, lo hacen los opinólogos de la televisión. Ernest Hemingway era un gran escritor, pero también era un gran mentiroso. El Dr. José Ingenieros, psiquiatra, filósofo y sociólogo, escribió: “Amar la verdad es contribuir a la elevación del mundo moral; por eso ningún sentimiento es mas odiado por los que medran de mentir. En todos los tiempos y lugares, el que expresa su verdad en voz alta, como la cree, lealmente, causa inquietud entre los que viven a la sombra de intereses creados”.

Julio C. Cháves.
Escritor78@yahoo.com.ar

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