domingo, 18 de marzo de 2007

Viviendo en la verdad.

“Aquellos que niegan la potencia educadora de la Biblia,
y van diciendo que ha acaba su tiempo, que inventen un
libro parecido, relatos semejantes que expliquen los
fenómenos de la naturaleza, de la historia, de la
imaginación, que se expongan como la Biblia; y
convendremos entonces en que la Biblia ha acabado
su tiempo”.
León Tolstoy.



Vivir en la verdad. Es echar fuera de nuestra vida toda mentira. Se trata de buscar constantemente la voluntad de Dios. La verdad, vale decir, no es una abstracción filosófica desarraigada de nuestra vida cotidiana, pues es el camino que se va abriendo a fuerza de las pequeñas verdades que va tejiendo la verdad en que deseamos vivir. La verdad siempre va más allá, siempre va más arriba, hasta trascender nuestra propia verdad y acceder a vislumbrar la verdad infalible y la verdad que es un ser Absoluto llamado Dios. Dios es la verdad y sus palabras, pertinentes e infalibles, se encuentran en las sagradas escrituras. La verdad de nuestro creador demanda sacrificio. Quien se sacrifica por la verdad divina siente en su corazón una gran libertad interior y al mismo tiempo, un gran peso exterior. Vivir en la verdad es, antes que todo, ser fiel a las sagradas escrituras, a la voluntad de Dios. Es sufrir por decir y hacer lo que se expresa en la Biblia aún cuando la inmensa mayoría vaya a favor de la voluntad libertina, la cual atenta íntimamente contra la voluntad de Dios. Vivir de acuerdo a la voluntad de Dios hoy resulta doloroso, pero es lo mejor que podemos hacer por nuestra vida. La Biblia es una monumental composición literaria y a su vez, es la palabra de Dios para la humanidad.
El escritor español Donoso Cortés, quien fue recibido hace muchos años como miembro de la Real Academia Española, pronunció el siguiente grandilocuente discurso al referirse a la Biblia: “Hay un libro, tesoro de un pueblo que hoy es fábula y ludibrio de la tierra, y que fue en tiempos pasados estrella del oriente, adonde han ido a beber su divina inspiración todos los grandes poetas de las regiones occidentales del mundo, y en el cual han aprendido el secreto de levantar corazones, y de arrebatar las almas con sobrehumanas y misteriosas armonías. Ese libro es la Biblia, el libro por excelencia…Suprimid la Biblia con imaginación y habréis suprimido la bella, la grande literatura española, o la habréis despojado al menos de sus destellos más sublimes, de sus más espléndidos atavíos, de sus soberbias pompas, y de sus santas magnificencias. En su primera página, se cuenta el principio de los tiempos y el de las cosas; y en la última página el fin de las cosas y de los tiempos. Libro, en fin, señores, que cuando los cielos se replieguen sobre sí mismos como un abanico gigantesco, y cuando la tierra padezca desmayos, y el sol recoja su luz y se apaguen las estrellas, permanecerá él sólo con Dios, porque es su eterna palabra, resonando eternamente en las alturas”. Las sagradas escrituras son la revelación pura de nuestro creador. Sus verdades son más penetrantes que una espada de doble filo. Vale decir, que estamos ante un libro divinamente inspirado. ¡La Biblia es la voz de Dios a la humanidad!
El siglo XXI es una época de incertidumbre filosófica, y ya nadie sabe en qué creer. Muchos viven a la deriva, sin saber a qué atenerse. Pero para los cristianos esta incertidumbre no existe, debido a que saben que la Biblia es la guía orientadora para todo ser humano. Toda verdad se encuentra en sus páginas. En la tapa de toda Biblia aparece la inscripción “Santa Biblia”. Dice esto porque la palabra de Dios es santa. Entonces, es notable que este libro merezca nuestra más absoluta confianza, ya que en sus inmaculadas páginas se nos ilumina y exhorta a practicar el amor, el altruismo y la abnegación. La Biblia es lo único que puede elevar la moral del pueblo de Dios. En tanto que nuestra sociedad ensalza como virtudes la inmoralidad, el hedonismo, el materialismo, el relativismo, la permisividad y los vicios en sus peores formas, en tanto que el epicureismo entroniza el placer y el estoicismo es indiferente ante los sufrimientos y la corrupción de los miembros de la sociedad, la Biblia es un libro que enseña a la gente los más santos y nobles principios de moral, castidad, pureza y amor a los semejantes, e inculca conceptos positivos para todos los seres humanos en general. El efecto potente de las enseñanzas de la Biblia es la de transformar a los seres humanos. ¡La fuerza de sus verdades es fuerte, inmutable, transformadora! Cuando una persona lee la Biblia y la pone por obra, su vida cambia radicalmente. La Biblia es la verdad de Dios. Acatarla es dignificar la vida, vivir en la verdad. Ciertamente “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de doble filo; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (Hebreos 4:12).
¡En la Biblia se hallan las respuestas a todas nuestras preguntas!

Julio C. Cháves

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