lunes, 19 de marzo de 2007

Unas simples reglas de vida.

Hay veces que la vida está patas arriba. Respiramos artificialmente y tenemos ganas de morirnos. Para colmo, algunas personas nos dicen que ser feliz es una utopía, es imposible lograrlo. Entonces, caemos en el error de dejar de buscar la felicidad y nuestra vida pesa y duele. Por causa de todo esto, la gota del vacío interior colma nuestro vaso. La vida es así. Las cosas, de cuando en cuando, se tornan sin sentido. Ciertamente la vida no es todo color de rosa. Ahora, ¿Es imposible encontrar soluciones simples para los problemas de la vida? ¿Será difícil encontrar unas simples reglas de vida que nos permitan acceder a una vida feliz? ¿Es posible vivir una existencia con sentido?
Muchos individuos dicen que ser feliz es imposible. Pero para mí es posible. Para lograrlo hay que aprender unas simples reglas de vida. En primer lugar debemos saber que siempre estamos cambiando como personas. La vida jamás es la misma. Además, debemos temer a Dios ya que de ello depende tener sabiduría. Eclesiastés 12:13 dice: “El fin de todo discurso es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”. Temer a Dios nos permite disfrutar la vida de un modo puro e inteligente, nos permite valorar las cosas sencillas de la vida, nos permite acceder a la felicidad tan deseada. El hombre moderno ha sofisticado y complicado la vida, pero las cosas esenciales de la existencia humana siguen siendo las mismas de siempre. Necesitamos amar a Dios en primer lugar y también necesitamos amar al prójimo. Jesús en cierta oportunidad dijo: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos”. (Marcos 12:30-31).
La vida es sencilla y debemos vivirla con humilde sencillez. Decididamente debemos dejar de fijar nuestros pensamientos en las cosas negativas y debemos poner de relieve las cosas que importan. Si queremos que nuestras vidas cobren sentido es indispensable que acunemos pensamientos positivos, pensamientos de amor, aceptación y respeto altruista. Acumular malos pensamientos en nuestras mentes es el camino conducente al fracaso, al sufrimiento innecesario y la infelicidad. Los malos pensamientos producen una vida mediocre, insustancial, sin sentido. La meditación de nuestra mente debe girar en torno a las cosas buenas y positivas. Filipenses 4:8 expresa: “En esto pensad. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Si amamos a Dios nos amaremos a nosotros mismos. Si nos amamos a nosotros mismos, en consecuencia, amaremos al prójimo. Todo esto debemos consolidarlo con buenos y positivos pensamientos, pues pensar en lo que dice Filipenses 4:8 generará paz y serenidad dentro de nuestro corazón y ningún ruido mundanal nos perturbará. Estaremos confiados y seguros. Estas son simples reglas de vida, tan simples como ser feliz. Al poner en práctica estas reglas lograremos disfrutar las cosas sencillas de la vida. Esto nos capacitará para aceptar nuestros fracasos sin dejarnos abatir por lo negativo y además, solificará la esperanza en medio de las lágrimas, el cansancio y el desaliento. Y recordemos finalmente lo que dijo Séneca: “La vida, sin saber emplearla es corta; si sabes emplearla es larga”.
Julio C. Cháves

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