lunes, 19 de marzo de 2007

Cuidando de uno mismo.

“Ser es ser percibido”, pensó para sí un filósofo.




Cuidar de uno mismo es indispensable si de veraz deseamos amarnos a nosotros mismos. Al amarnos a nosotros mismos amaremos, en consecuencia, a los demás. Nos hace falta aceptarnos, apreciar nuestro cuerpo y lo que somos. Somos personas y eso es lo importante. ¡Ser! El individuo que no se cuida a sí mismo es como un multimillonario que mendigaba mientras que sin saberlo era dueño de una fortuna. Mucha gente cree que se valora y cuida porque constantemente vive adquiriendo cosas materiales. Pero la realidad es que esto es valorarse artificialmente, pues para que una persona valga no hace falta que tenga nada. Bueno, pues, lo más importante y valioso es la vida humana. Lo que somos. Si para valorarme necesito conseguir cosas materiales es porque soy portador de un amor negativo hacia mi persona. Es claro que nuestras vidas son imperfectas, pero ciertamente eso no significa que no sea valioso. Soy valioso y punto. Despreciarse a uno mismo es un pecado letal. Las cosas artificiales jamás pueden llenar nuestro corazón. Lo único que puede conducirnos a una buena autoestima es la aceptación y el amor altruista hacia lo que somos como humanos, personas e individuos.
El primer requisito para construir una vida feliz es practicar el amor, sin egoísmo, a uno mismo. Una personalidad fundada en las cosas materiales y en las bajas pasiones o en cualquier cosa que no sea el amor está condenada a desmoronarse y caer con furia autodestructiva. El amor es la fuerza que nos permite mirar lo positivo en nuestra personalidad y en nuestro cuerpo, nos permite ser leales a nosotros mismo y a los demás, nos permite sentir reverencia y comprensión hacia lo que somos. El amor nos impone grandes responsabilidades hacia el trabajo, la salud, la cultura, y las positivas relaciones humanas. Sólo el amor puede ayudarnos a cuidarnos responsablemente.
Soy una persona. Necesito amar y ser amado. Todos necesitamos lo mismo: Amor, aceptación, respeto, etc. Las cosas materiales no pueden llenar nuestras almas. Pueden llenar nuestra casa de artefactos y chucherías, pero las cosas no pueden llenar el corazón. Con dinero podemos comprar muchas cosas, pero no podemos comprar una buena autoestima. Alguien dijo: “A veces voy al shopping para saber lo que “No” necesito para ser feliz”. Para ser felices necesitamos amarnos con responsabilidad e inteligencia. Si nos amamos, amaremos. Somos personas y únicamente las personas pueden llenarnos. A este respecto, el Dr. Jaime Barylko en su obra “El arte de vivir”, cuenta: “Soy persona, soy un caso, no soy una cosa. Soy el ojo que ve cosas, pero que es alguien cuando es visto por personas. A las cosas las veo. Con las personas me entreveo; lo nuestro es siempre entrevista. Necesito ser percibido, necesito ser alguien para poder ser yo. La persona es la negación del cualquiera y del número; es esta persona singular. Excepción. Única. Pero como no somos solamente personas, sino que, fundamentalmente y estadísticamente, nos pasamos el tiempo siendo cosas cosificantes en relaciones cosificadas con otras cosas cosificantes, es el cualquierismo el que vence y esta persona rara vez es esta persona…”. Dios nos libre de ser cualquiera y nos ayude a cuidarnos a nosotros mismos. ¡Ser es ser percibido!
Julio C. Cháves.

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