lunes, 19 de marzo de 2007

Un proyecto de vida.

“Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres…He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada”.
Gabriel García Márquez.



Las circunstancias difíciles que acompañan con frecuencia nuestro discurrir por la vida las podemos afrontar de una manera mejor cuando nuestra existencia está dotada de un sentido y la hemos enriquecido con un proyecto de vida que nos permita actuar proactivamente en el diario vivir como personas. Obviamente que por el hecho de vivir toda persona realiza un proyecto de vida, pero una cosa muy diferente es anticipar este proyecto y luego conscientemente realizarlo. En consecuencia podemos afirmar que hay dos tipos de personas: las que son la consecuencia de lo que la vida les ha dado y las que han arrebatado a la vida lo que ellos querían ser…
Tener un proyecto de vida es el mejor camino hacia la realización personal. Una vida bien pensada es lo mejor que podemos tener. Y un buen proyecto de vida está constituido por el amor, la voluntad, la disciplina, el autocontrol, la perseverancia, etc. Para la elaboración de su proyecto de vida cada persona debe contar con los elementos que le aporta el medio circundante y las persona que lo rodean, que en el caso específico de los jóvenes serán los adultos significativos, que como modelos y orientadores los acompañan en la crianza. En este contexto, las metas del desarrollo humano integral y diverso en el contexto de una crianza humanizada- autoestima, autonomía, creatividad, felicidad, solidaridad, y salud- se constituyen en elementos fundamentales para la estructuración del proyecto de vida, enriquecido por el amor como fundamento vital y por la educación, que le permitirá a la persona ir perfeccionando la capacidad de orientar asertivamente su propia vida.
Ciertamente se han definido algunas condiciones para la formulación de un proyecto de vida, tales como el contexto ético y la coherencia interna, asociados con la mayor claridad factible sobre lo que se quiere. El Dr. Enrique Rojas, autor de“El hombre Light”, expresó: “Nadie puede ser feliz sino sabe lo que quiere…” En esta formulación no pueden faltar las preguntas cruciales alrededor de quién soy, con qué cuento, y qué quiero llegar a ser, asociadas con el sentido de trascendencia definido magistralmente por Jorge Luis Borges cuando afirmó: “Sólo moriré cuando desaparezca el último ser humano que me recuerde”.
El Dr. Jaime Barylko en su obra “Lo valores y las virtudes” cuenta: “Hay problemas. Nada es fácil, nada se regala y todo requiere trabajo, meditación, planeamiento, postergación. El hoy ha de ser vivido en plenitud. Y el mañana ha de ser horizonte que marque tu camino. Vivir, humanamente, es un juego entre tomar y postergar, lograr y esperar, adquirir y sembrar, tener y soñar. Todo fluye y se mezcla, y se produce la mixturación de colores, y se llora de felicidad y también se es feliz cuando se tiene por quién llorar. ¿Cómo guiarse y no perderse en este mar de tantos peligros en acecho? Usando la brújula de los valores y las virtudes”.
Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de que nuestra existencia esté vinculada con un proyecto de vida que recoja las aspiraciones y los sentimientos más nobles de los seres humanos que, como lo afirma Hermann Hesse, autor del “Lobo estepario”, los convierten en personas que “Son casi como estrellas, ningún viento los alcanza, pues llevan en su interior su ley y su meta”. En otras palabras, las personas felices han concretado sus metas pos saber lo que querían, por saber a qué aspiraban. Hay que saber lo que se quiere…
Julio C. Cháves

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