lunes, 19 de marzo de 2007

La importancia de las pequeñas cosas.

Cierta vez leí esta frase: “Las puertas grandes giran sobre bisagras pequeñas”. La vida es como una puerta y gira sobre las pequeñas cosas. Ojos con ternura. Oídos que escuchan. Gestos de admiración y elogio. Un buen corazón. Amor sincero. Esas pequeñas cosas que tanto nos vivifican. Es duro ser bueno, pero vale la pena. Vale la pena tener los ojos cargados de misericordia. Vale la pena manifestar afecto. Vale la pena decir te quiero. Cuando valoramos las sagradas pequeñas cosas, vivimos la vida cotidiana con los ojos bien abiertos, y estamos tan llenos de luz que nuestra existencia se ilumina. Lo significativo de la vida se encuentra en las pequeñas cosas, en los detalles. Todo lo que hacemos debemos hacerlo alo grande. Con el corazón. Hay que amar la vida, pues la vida es una bendición, es un milagro. Para ser auténticamente felices es necesario encontrar lo sagrado en las pequeñas cosas, en la mirada de un niño, en el arco iris, en los amigos, en los familiares, en las cosas que realmente tienen importancia. Addison declaró: “Lo que me queda de vida no quiero vivirla en vano”.
Es difícil valorar las bisagras. Muchos miran el todo y se olvidan que ese todo esta compuesto de elementos, de momentos individuales. Todo es importante. Lo que somos. Lo que los demás son. No importa de qué trabajemos, ni de qué color sea nuestra piel; lo importante es ser una persona creada a la imagen de Dios. La vida consiste en pequeñas cosas. No es que hay que hacer siempre grandes cosas, sino que todo debemos hacerlo a lo grande con amor. Un hombre debe regalar una flor a su cónyuge con osadía, con amor. Un padre debe corregir a sus hijos con amor, siempre teniendo en cuenta que esas pequeñas correcciones darán forma a los hijos. La vida es pequeñas cosas. Una escalera está compuesta por muchos escalones. Una biblioteca es muchos libros. Un bosque es muchos árboles. La vida es muchos mementos mágicos. Hay que valorar la vida, pues: “Señores: La felicidad no es algo que cae del cielo. La felicidad es algo que tiene que labrarse por sí mismo”, dijo Feopalam. ¿Y cómo la labramos? Viviendo cada pequeña cosa a conciencia. Valorando cada día, cada persona. Valorándonos, tomando conciencia de lo importante que son las pequeñas cosas viviremos mejor. Eso es sabiduría.
Necesitamos volver a aprender lo que ya hemos aprendido. Necesitamos absorber cada tramo de la vida con pasión, inteligencia, sabiduría. Hay que estar despierto, porque cada momento, cada pequeña cosa cuenta. Si las bisagras funcionan mal la puerta no anda. Todo importa. La vida es prioridad. Todos los tenemos. Disponemos de estos sagrados pequeños momentos. No todos toman conciencia de lo importante que son las pequeñas cosas. Pero hay personas que sí. Ser feliz. Captar el aire de las cosas que importan es crucial. ¡Me encantan las pequeñas cosas! Me encantan mis familiares. Me encantan los libros que leo. Me encanta poder trabajar con mi viejo y mi hermano. Me encanta poder sentir la vida propia, la ajena, a Dios. Es evidente que ser feliz es posible. Conocer los detalles. Mirar lo importante. Jaime Barylko pensó: “¡Qué extraño! Qué extraña aventura es esa en la que hay que esperar siempre al dia de mañana, y mejor al de varios años más tarde para contemplar el dia de hoy y llegar a atisbar el significado de este día, de esta hora, en el contexto de los mosaicos que confeccionamos sin saberlo. Nunca sabes…”. ¿Cómo andan tus bisagras? Las mías funcionando…bien…
Julio C. Cháves

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