
El tercer milenio nos ha hecho ingresar en una realidad totalmente corrupta y patológica. Advertimos en la sociedad un desfile de frivolidades que funcionalmente hipnotizan al Hombre-Masa. El Hombre/Masa es aquel que ha dejado que los medios de comunicación le banalicen radicalmente el pensamiento. Este tipo de hombre, controlado racionalmente por mensajes hedónicos, permisivos, relativistas y materialistas, propende hacia la estupidización del pensamiento individual. El Hombre-Masa se pierde en los deseos carnales, se pierde en las modas, se pierde en la exterioridad, mientras deja y olvida al Hombre/Interior. El Hombre-Masa no sabe vivir, no sabe amar, no sabe distinguir lo bueno de lo malo. Siempre procura lo malo, lo feo y la mentira. Hoy advertimos la proliferación de este tipo de Hombres-Masa. Los podemos ver impregnados de pensamientos lights, pensamientos que tienen que ver con la cosificación de las personas, la ambición de poder, el yoísmo, y la divinización de la mutabilidad humana.
El modo de vestir y de hablar del Hombre/Masa, es el mismo modo de la mayoría. La ciudad está llena de gente. Llena de autos. Llena de cosas. Llena de mensajes. Los espectáculos se multiplican. Por doquier hay almas. Todos miran lo mismo, piensan lo mismo; o mejor dicho: nadie piensa nada. Aquí únicamente hay simplismo, las mismas rutinas sin sentido, la misma cruda realidad que a muchos hace perder. En efecto, todos están construyendo la torre de Babel y nadie se pregunta: ¿De qué sirve una Torre? Jaime Barylko en su obra “En busca de uno mismo”, cuenta: “Lo atractivo de ser Hombre-Masa. La libertad es un peso. La masa, el ser entre todos, como todos, es una liberación de la libertad, del pensamiento y de tomar decisiones por cuenta propia. Por eso la masificación disfruta de tanto éxito en todos los tiempos, y particularmente en los actuales, tan brillantes hacia fuera, tan pobres hacia adentro”.
Sí, olas de modas manipuladoras quieren que cantemos la canción de onda, que usemos el pantalón de onda, que escupamos como lo hace fulano o mengano. Si un famoso guiña un ojo todos mecánicamente se despeñan detrás del mismo gesto. Si Moria dice: “Si querés llorar, llorá…”, la masa dice en unanimidad: “Si querés llorar, llorá…”. Aquí pensar está fuera de moda. Lo que está de moda es decir chabon, es ponerse un arito en el ombligo, es tranzarse a fulana aunque no haya amor. Los Hombres/Masa no piensan, sencillamente usan el perfume que les venden las publicidades de la televisión. Muchas mujeres no piensan, sencillamente se mueren de hambre para estar como la modelo de la endiablada pantalla de luz. Aquí nadie es nadie, simplemente hay sujetos que viven encajonados en su propio vacío. Lo que importa para la mayoría es la tapa, la cáscara, la piel, lo de afuera. Lo que piensan todos. La masa no piensa.
Los Hombres-Masa andan sin camino, sin rumbo, no saben que quieren. Andan con los ojos dilatados sumidos totalmente en un comportamiento dilemático, problemático, sin sentido. Son barcos que andan a la deriva. Lo contrario al Hombre-Masa es el Hombre-Interior, el hombre que piensa, que toma sus propias decisiones, que vive en torno a lo de adentro, al corazón, a los ojos dilatados de asombro, sensibilidad y sabiduría. El Hombre-Interior sabe que la piel es importante, pero sabe que las entrañas son mucho más importantes. El Hombre-Interior piensa, es libre, transita por la misma realidad que todos, pero al fin y al cabo, sus pensamientos le permiten navegar en la frívola realidad sin perderse. Montessori dijo: “-Cuando escucho…entiendo.
-Cuando veo…comprendo.
-Cuando hago…aprendo.”
Julio C. Cháves.
El modo de vestir y de hablar del Hombre/Masa, es el mismo modo de la mayoría. La ciudad está llena de gente. Llena de autos. Llena de cosas. Llena de mensajes. Los espectáculos se multiplican. Por doquier hay almas. Todos miran lo mismo, piensan lo mismo; o mejor dicho: nadie piensa nada. Aquí únicamente hay simplismo, las mismas rutinas sin sentido, la misma cruda realidad que a muchos hace perder. En efecto, todos están construyendo la torre de Babel y nadie se pregunta: ¿De qué sirve una Torre? Jaime Barylko en su obra “En busca de uno mismo”, cuenta: “Lo atractivo de ser Hombre-Masa. La libertad es un peso. La masa, el ser entre todos, como todos, es una liberación de la libertad, del pensamiento y de tomar decisiones por cuenta propia. Por eso la masificación disfruta de tanto éxito en todos los tiempos, y particularmente en los actuales, tan brillantes hacia fuera, tan pobres hacia adentro”.
Sí, olas de modas manipuladoras quieren que cantemos la canción de onda, que usemos el pantalón de onda, que escupamos como lo hace fulano o mengano. Si un famoso guiña un ojo todos mecánicamente se despeñan detrás del mismo gesto. Si Moria dice: “Si querés llorar, llorá…”, la masa dice en unanimidad: “Si querés llorar, llorá…”. Aquí pensar está fuera de moda. Lo que está de moda es decir chabon, es ponerse un arito en el ombligo, es tranzarse a fulana aunque no haya amor. Los Hombres/Masa no piensan, sencillamente usan el perfume que les venden las publicidades de la televisión. Muchas mujeres no piensan, sencillamente se mueren de hambre para estar como la modelo de la endiablada pantalla de luz. Aquí nadie es nadie, simplemente hay sujetos que viven encajonados en su propio vacío. Lo que importa para la mayoría es la tapa, la cáscara, la piel, lo de afuera. Lo que piensan todos. La masa no piensa.
Los Hombres-Masa andan sin camino, sin rumbo, no saben que quieren. Andan con los ojos dilatados sumidos totalmente en un comportamiento dilemático, problemático, sin sentido. Son barcos que andan a la deriva. Lo contrario al Hombre-Masa es el Hombre-Interior, el hombre que piensa, que toma sus propias decisiones, que vive en torno a lo de adentro, al corazón, a los ojos dilatados de asombro, sensibilidad y sabiduría. El Hombre-Interior sabe que la piel es importante, pero sabe que las entrañas son mucho más importantes. El Hombre-Interior piensa, es libre, transita por la misma realidad que todos, pero al fin y al cabo, sus pensamientos le permiten navegar en la frívola realidad sin perderse. Montessori dijo: “-Cuando escucho…entiendo.
-Cuando veo…comprendo.
-Cuando hago…aprendo.”
Julio C. Cháves.
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