lunes, 12 de marzo de 2007

Tendré que morir.

Hechos que pueblan el espacio y que tocan a su fin cuando alguien se muere pueden maravillarnos, pero una cosa, o un número infinito de cosas, muere en cada agonía”. Jorge Luís Borges.


Así como las cosas mueren algún día tendré que morir. La muerte es democrática, siempre está disponible. Cada vez que muere alguien nos recuerda el fin de las cosas y de los individuos. Nada es para siempre. La muerte es nuestra enemiga. Actualmente a la gente no le agrada hablar del fin de la vida. De una manera u otra nos aferramos a las cosas y a la vida. Pensamos que la juventud durará para siempre. Pero un día se termina. Cada tumba en el cementerio testifica que la muerte es real. Nuestros días están contados. La vida es como la neblina que aparece por muy poco tiempo y luego desaparece.
Cada día hay personas que mueren por diferentes causas. Algunas mueren en desastres naturales, otras en accidentes automovilísticos, otras mueren por enfermedades incurables, y otras mueren por vejez. Cuando se habla de los muertos todos callan. Hablar de la muerte es un tabú. Hoy todos desean ser jóvenes, vivir para siempre. Pero la realidad es que esta vida algún día llegará a su fin. El Dr. Billy Graham dice: “Uno de los deseos básicos del alma humana es el seguir viviendo. La primera ley de la naturaleza es el instinto de conservación. Los hombres se cansan de los dolores, las enfermedades y la decrepitud de la vejez, pero no se cansan de la vida misma. Dios ha dispuesto satisfacer este anhelo del alma de vivir para siempre, y el deseo de estar libre del dolor, de las enfermedades y de las aflicciones. El hombre es un ser pequeño con gran capacidad, de un ser infinito con deseos infinitos, que nada merece, pero que todo lo exige. Dios creó al hombre con esa gran capacidad y grandes deseos, a fin de que él Dios mismo pudiese entrar y satisfacerlo completamente. Hizo tan grande el corazón humano, que sólo él puede llenarlo. Hizo que exigiera tanto, que sólo él puede cumplir sus exigencias. Jesucristo es el único que tiene en su mano las llaves de la muerte. Con su muerte y resurrección, quitó el aguijón de la muerte, y ahora Dios ofrece la vida eterna a todo al que pone su confianza en su Hijo Jesucristo.

Julio C. Cháves.

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