lunes, 12 de marzo de 2007

De la vida en general.


“La existencia humana debería ser como un río pequeño en su nacimiento corriendo por su cauce estrecho, precipitándose luego con pasión sobre las rocas. Gradualmente el río se ensancha, las márgenes se borran, las aguas fluyen mansamente y al final, sin ninguna fractura visible, se unen al mar, despojadas de toda turbulencia”. Bertrand Russell.



Hay graves consecuencias producidas porque tenemos este cuerpo mortal: Primero, ser mortales, después, que desde que nacemos empezamos a morir. Al principio de todo: somos niños. Luego, somos adolescentes. Después jóvenes, y adultos. Posteriormente ancianos. El envejecimiento es una de las características que nos unen y definen a todos en nuestro mundo pleno de diversidad. Todos envejecemos. Durante unos cuantos años estamos fuertes, lúcidos, sanos, pero todo termina. Entonces, disminuye la fuerza de los músculos, se deteriora el sistema inmunológico, los huesos pierden densidad, el pelo se cae, aparecen canas, arrugas alrededor de los ojos, cuelga la piel de los brazos y el abdomen irrumpe hacia fuera ostensiblemente. La vida desemboca en el mar. La vejez es una etapa ineludible. Sigmud Froid afirmó: “¿Qué grado de bondad hay que alcanzar para soportar el horror de la vejez? Nuestro inconsciente es inaccesible a la idea de cercanía de la propia muerte. Para soportar la vida hay que estar dispuesto a vidas que necesitamos para morir con el héroe y sobrevivir a él”.
La vida es un poema con principio y final. Tiene su ritmo y su cadencia, sus ciclos de crecimiento y decaimiento.
El día tiene su mañana, mediodía, atardecer y noche. La vida también tiene éstas cualidades. El tiempo se nos escapa como agua entre los dedos. De ahí la importancia de aprovechar el tiempo. Cada día debemos sentir la belleza del ritmo de la vida, debemos dar afecto, preocuparnos de las cosas importantes. De hecho, la vida humana es un río que va hacia el mar. La vida humana normal corre lentamente a su fin normal en una especie de digno movimiento, de procesión. Cuando el tiempo es bien utilizado, el río corre con grandioso ritmo y majestuoso tiempo, de modo que afluye lenta y eternamente al mar que es la muerte. El hombre debe tomar la vida en serio, con una buena y positiva actitud, para que de este modo, le sea posible un goce cabal de su vida y de los otros, cultivando así un temperamento razonable, más pacifico y menos preocupado por las cosas que no importan.
Hay que efectuar un retorno a la sencillez de pensar y vivir, aceptando las tragedias y las comedias de la vida con la misma inteligencia sencilla. Además el fin de la vida no es competir, ganarle a otros, acumular cosas a conocimientos, sino simplemente vivir. Al fin y al cabo, la sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial, en amar a Dios y al prójimo, ya que esto nos ayuda a cultivar un espíritu sabio para caminar en la vida con tolerante sencillez y esto nos permite escapar a las tentaciones de fama y riqueza y logro, y eventualmente nos hace aceptar tanto lo positivo como lo negativo.
Sólo mediante la sencillez alcanzamos la máxima alegría de vivir.
La vida cambia constantemente y es de sabios aceptar esos cambios. La mañana muere para permitir que nazca el mediodía, el mediodía muere y da lugar al atardecer y después aparece la noche. D. Graves dijo: “Cada cambio que sigue al reemplazo de un elemento del sistema simboliza la muerte del sistema mismo, siendo el objetivo primordial establecer un nuevo sistema nacido del viejo”.

Julio C. Cháves.

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