Marco Aurelio expresó: “Se ultraja a sí mismo el hombre que se irrita con otro, el que vuelve las espaldas o es hostil a alguien”. Somos humanos y como tales vivimos y también convivimos. La convivencia con otros es la fuente de nuestras alegrías y también de nuestros sufrimientos. Vivir es convivir. Nuestras relaciones nos configuran, nos dan forma. De hecho, cuando no nos aman sufrimos y cuando amamos, como una forma de castigo, los demás sufren. Convivimos y sufrimos. Muchas veces sufrimos por nuestra falta de tolerancia hacia los demás.
La intolerancia nos aleja de los demás. Somos intolerantes cuando no admitimos otra perspectiva, cuando somos sectarios, tajantes, fanáticos, estrechos en nuestra manera de pensar, irrespetuosos. Entonces, ¿Qué significa ser tolerante? Significa que respeto lo ajeno, respeto la individualidad de mis semejantes. La tolerancia consiste en procurar comprender al otro y tener la libertad de cuestionarlo dentro de un marco de respeto y humanidad. La tolerancia es el respeto a la diversidad.
Cuando somos tolerantes estamos contribuyendo para convivir en paz con otros seres humanos como nosotros. Ciertamente todos tenemos defectos. Por eso debemos tolerar las falencias de los demás para que los otros también toleren las nuestras. Nadie es perfecto. Despreciar, descalificar, desprestigiar es muy fácil. Lo difícil es ayudar a que el otro sea mejor. La intolerancia conduce a la segregación y al prejuicio. Y el prejuicio es un perjuicio. La verdadera revolución es la tolerancia. Porque tolerar es una forma de amar.
El Dr. M. Scott Peck, autor de “La Nueva psicología del amor”, dice: “Una característica importante del verdadero amor es la de mantener y preservar la distinción entre uno mismo y el otro. El que ama sinceramente siempre percibe a la persona amada como alguien que posee una identidad separada de la suya. Además, el que ama sinceramente siempre respeta e incluso alienta ese carácter personal y esa individualidad única. No percibir ni respetar esa individualidad es, sin embargo, algo muy común y es causa de enfermedad mental y de innecesarios sufrimientos”.
Detrás de la intolerancia y la falta de respeto hacia la individualidad del otro, siempre hay una persona que sufre. Intolerar es considerar que el mundo gira alrededor de uno. Eso es narcisismo. En nuestro entorno actual existen personas intolerantes que tienden hacia los comportamientos divisivos, lo cual segmenta a la humanidad en grupos beligerantes. Los que aman a la sociedad deben fomentar la tolerancia de modo que surja una afinidad de respetabilidad entre las personas diferentes. Porque cuando hay tolerancia el amor se torna dinámico y entonces convivir es algo naturalmente bueno. Puesto que somos humanos y tenemos que vivir, convivir juntos, es imprescindible que practiquemos la tolerancia, ya que somos todos iguales. Negros o blancos, analfabetos o ignorantes, pequeños o altos, somos todas criaturas de un mismo Creador. Nadie es mejor que nadie. De hecho, no hay personas más importantes que otras sino que hay personas diferentes a otras. Todos somos diferentes. A medida que la gente se vuelve más tolerante y amplia su capacidad de amar, se elevan por encima de su sectarismo, de su fanatismo, y de su falta de respeto hacia la individualidad de los demás. Tolerar es amar… Thomas Merton dijo: “El hombre no puede encontrarse a sí mismo en él solo, sino que ha de encontrarse en otros y por medio de ellos”.
Julio C. Cháves.
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