jueves, 8 de marzo de 2007

Por esto se drogan los jóvenes.


Hoy por hoy los jóvenes están expuestos a las drogas como nunca antes. Y el consumo de estas sustancias, provoca consecuencias muy difíciles de revertir. Por curiosidad e influencia, porque esta de moda, por sed de nuevas experiencias y fáusticas aventuras, por evasión y para escapar de uno mismo, para zambullirse en el mar de las vivencias nirvánicas y con el fin de alejar el sufrimiento, por todo esto y muchas más cosas se drogan los jóvenes.

Gracias a la medicina, podemos ir a la farmacia y comprar medicamentos o fármacos, bajo suscripción médica, que nos ayudan a lidiar con enfermedades físicas y psicológicas. Hay antibióticos y vacunas que previene enfermedades y otras que curan infecciones. Hay múltiples medicamentos que mejoran nuestra calidad de vida. Pero así como están estas drogas que contribuyen al bienestar de nuestra salud, también están las drogas ilegales y letales que pueden destruirnos. Y son cada vez más los jóvenes que hacen uso y abuso de sustancias prohibidas e ilegales con el objeto de divertirse y dañarse a si mismos.

“Si bien es incierto, según leí en una editorial en el Diario Clarín, el número de adictos que hay en el país, los estudios de algunas jurisdicciones indican la gravedad del problema. Así, un reciente estudio de la Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la provincia de Buenos Aires —que tiene como base un relevamiento realizado en el Conurbano— muestra que tres de cada cuatro adolescentes de entre 16 y 24 años toma alcohol, y más de un diez por ciento consume alguna droga ilegal, sea marihuana, cocaína o la aún más peligrosa pasta base, sustancia cuyo consumo se está expandiendo en base a un circuito muy ramificado de productores y comercializadores”.

La droga es una reacción a la permisividad de nuestra época. Esta reacción responde a una tendencia sociológica asociada a fenómenos muy complejos que son la carencia de expectativas en el futuro. La pérdida de los valores, el relativismo, el materialismo y el consumismo, empujan a los más jóvenes a la desesperanza y a la soledad, desconfiando del entorno y gestando una tendencia de autodestrucción, la cual llevan a la práctica ingestando sustancias corrosivas para la salud física y psíquica. Entonces podemos decir que los jóvenes se drogan por evasión y protesta, porque rechazan el mundo circundante y porque pretender un mundo mejor, pero lamentablemente buscan mejorar el mundo de un modo ya que lo hacen procurando su destrucción. La falta de futuro y contención familiar se contagian más que las infecciones. Sumidos en la soledad, la falta de oportunidades, el racionalismo utilitarista, la dèspota burocracia , y una moral asentada sobre cimientos dudosos, convierte a los jóvenes en presas fáciles de los oportunistas, los manipuladores, narcotraficantes, comercializadores de vanas esperanzas y todo tipo de engaños. Carentes de un proyecto de vida coherente, marginados y olvidados por los que están en el poder, olvidados por las instituciones públicas, olvidados hasta por sus propios familiares, muchos jóvenes no tienen fuerzas para luchar, zambulléndose en el mar de la pseudomística, buscando únicamente las sensaciones evasivas y evanescentes de las experiencias nirvánicas que sólo convergen en la angustia, la muerte y el hastío.

Los jóvenes se drogan para llenar vacíos, para protestar, (obviamente de un modo autodestructivo), para tomarse desquites contra la violencia del olvido y la marginalidad, la exclusión y el utilitarismo burocrático. Para gran parte de los jóvenes, y hablo de aquellos que no pueden acceder a ciertos puestos de trabajo y educación, debido a la pobreza y a múltiples carencias, los derechos, las capacidades y las libertades parecen no existir. Muchos jóvenes son sometidos a la invisibilidad, a la nada, a la violencia del olvido. Resulta preocupante la amnesia y el descuido por parte de muchas personas. Las adicciones se apoyan sobre la indiferencia. Cualquier gradualismo, cualquier distinción o preferencia relativa es una forma de complicidad con las adicciones. Son muchas las formas en que la violencia de las circunstancias van suministrando el vació, la marginación y la desesperanza. El desempleo, la exclusión y la falta de educación, amenazan a muchos jóvenes. Bajo el temor de un futuro incierto, las posibilidades de futuro se desvirtúan y las capacidades de los sujetos se ven cercenadas, quedando a merced de fáusticas aventuras. “Una sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras: está condenada a desangrarse”, dijo
Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas.


Julio César Chàves
escritor78@yahoo.com.ar

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