No hace falta decir que estamos expuestos a la manipulación y que vivimos en la era de los medios de comunicación engañosos. Esta es una era de engaño. Y el mundo entero esta cabalgando por un terreno significativamente peligroso.
Hoy en día el hombre dispone de un arsenal de juguetes modernos: la televisión, la Internet, la telefonía móvil, etc. Huelga decir que los medios de expresión están creciendo notablemente en estos días. El novelista y cuentista Gabriel García Marqués expresó:”La humanidad entrará en el tercer milenio (y ya estamos transitando este milenio) bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen este desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas, o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y contadas por la radio, la televisión y el cine, el teléfono y los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de las calles o susurradas al oído en las penumbras del amor. No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas ahora tienen tanto nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disipados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global”.
Yacemos en medio de una selva de palabras. Vivimos en una aldea global cada vez más pequeñita. El mundo yace confundido, por esto vivimos en una época muy peligrosa, expuesta a un sin fin de mensajes y conceptos que degradan la dignidad humana y los valores morales universales. Los mensajes subliminales están proliferándose. Hoy en día el amor se confunde con el apetito sexual; la libertad con el libertinaje; la alegría con la diversión y la felicidad con la conquista de bienes materiales. Si la sociedad sigue en torno a esta estructura moral, el vacío interior de las personas individual y colectivamente se acrecentará y sufriremos más de lo que estamos sufriendo.
Es crucial que despertemos la conciencia. La vida no consiste en ser felices solamente los fines de semana o los días de fiesta. La vida consiste en ser felices cotidianamente, aunque esporádicamente tengamos que lidiar con adversidades y turbulentos momentos. El hedonismo, la permisividad, el materialismo y el relativismo no nos pueden proporcionar la paz y la felicidad que tan locamente anhelamos. Es menester que en estos tiempos difíciles llamemos a las cosas por su nombre. El amor desinteresado y honesto no es lo mismo que el amor libre. La diversión malsana de los fines de semana no es lo mismo de que la alegría por la belleza de la vida. Y el poseer abundantes bienes materiales no es lo mismo que la felicidad que gira en torno al amor, la axiología racional, la solidaridad y la empatía. No seamos víctimas de la manipulación. Es hora de pensar. Es hora de dejar de ser hombres lights. Porque como escribió el Dr. Psiquiatra Enrique Rojas en su ensayo “La conquista de la voluntad”:”El hombre Light esta vacío, solo le interesa el dinero, el poder, el éxito, la fama, pasarla bien sin restricciones y estar en los sitios y en los lugares de moda”. Y en otro lugar también agregó:”El hombre moderno esta sometido a una actividad excesiva y al mismo la televisión y los medios de comunicación social bombardean con permanentes informaciones que ayudan muy poco a su mejora personal y desarrollo interior”.
No seamos libertinos. Es tiempo de pensar. Dejémonos de vivir de un modo simplista. Pongamos en práctica los sentimientos puros, las actitudes sanas; eduquemos los sentimientos, porque no todos los sentimientos que experimentamos son constructivos, hay sentimientos que al principio son dulces, pero al final convergen en abismos de insatisfacción, desdicha y pesadumbre. Practiquemos el arte de saber escoger y el discernimiento de lo bueno y lo malo. Llamemos a las cosas por su nombre. Y recordemos finalmente lo que dijo el genial escritor Goethe:”Sólo es digno de libertad quien sabe conquistarla día a día”.
Julio César Cháves.
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