jueves, 8 de marzo de 2007

Madres que compiten con sus hijas.


Se visten como sus hijas adolescentes. No quieren aceptar la pérdida de la juventud. Algunas de ellas dejan al padre de sus hijas y se buscan uno novio más joven. De una u otra manera procuran zafar de los años que ya tienen encima. Salen a bailar. Usan el mismo vocabulario y hasta les cuentan a sus hijas lo que hicieron en la intimidad el fin de semana. Estas son madres que compiten con sus hijas.

La psicoanalista Elba Batla, coautora del ensayo Un estrago la relación madre-hija, dice al respecto: "La competencia entre madres e hijas pasa básicamente por dos ejes. Uno, es que las madres quieren verse igual de jóvenes que sus hijas. El otro es que quieren seguir siendo deseadas por algún hombre." Quizás compiten con sus hijas por falta de autoestima o porque ven que su silueta han perdido la belleza etérea de cuando eran púberes. Sea cual se la causa compiten y con esta actitud se dañan a si mismas y dañan a sus hijas. Esta competencia "se da más en mujeres que no tuvieron un desarrollo profesional o laboral. Su autoestima, entonces, se basa de manera exclusiva en el atractivo erótico, justamente lo único que las hizo alguna vez sentirse valiosas. Y hoy observan que son sus hijas las que ocupan ese lugar del atractivo."
Meler explica, además, que estas madres sufren de algo que se define como hipertrofia del atractivo físico. Según algunos psicoanalistas las madres se comportan de este modo cuando son divorciadas y tienen problemas emocionales. Debido a una hipertrofia del atractivo erótico estas mujeres no se sienten deseas por ningún hombre lo que les provoca envidia hacia sus hijas que naturalmente son deseadas por chicos de su edad. Como no pasa esto con ellas entonces buscan llamar la atención adoptando actitudes que no corresponden con su edad. Diana Resnicoff, psicóloga y sexóloga clínica, “divide en cuatro ejes los motivos que pueden llevar a una madre a sentir envidia de su hija: la juventud y belleza; no sentirse deseosa ni deseada; la energía y vitalidad; y la efervescencia sexual”.
"Estos cuadros siempre aparecen con mujeres que padecen una sobrevaloración de la juventud y de la imagen corporal. Estas mujeres quieren detener a toda costa el paso del tiempo y para eso apelan al recurso de usar las mismas ropas y peinados que sus hijas", explicó al diario Clarín en una entrevista la psicóloga Diana Rizzatto, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar.
La competencia surge casi siempre por parte de las madres y no por las hijas, ya que las hijas realmente no encuentran motivos para competir con sus progenitoras. Vale reconocer que las púberes muchas veces contribuyen a este tipo de competencia antagónica con frases tales como: 'mamá, vos no sabes nada' o 'vieja, SOS una ridícula'". Con este tipo de frases muchas adolescentes acosan moralmente a sus madres, fomentando posteriormente en su relación con ellas actitudes contraproducentes y destructivas. La competencia entre madres e hijas hace que todas sean victimas y victimarias de su ingenua competencia anárquica.
Antaño las madres procuraban representar con sus modo de vestirse y de hablar conforme a su edad, pero ahora quieren demostrar una juventud que ya perdieron y que jamás va a regresar porque todos envejecemos y la muerte esta presente en todas las épocas. Nadie puede escapar de las canas y las arrugas y la ley de gravedad hace que la carne tanto de los hombres como de las mujeres, pero mucho más de las mujeres, pierda dureza y que se torne fláccida y poco atractiva. Creo que la persona madura es aquella que vive aceptando el paso del tiempo. Siendo lo que es. Representando con su modo de vestirse y con su vocabulario su edad biológica. En esta aceptación del paso del tiempo configuramos un atractivo físico coherente, representativo de inteligencia y amor propio.
Finalmente cabe preguntarnos: ¿Qué deben hacer las madres para dejar de competir con sus hijas? La psicóloga Beatriz Goldberg —autora del ensayo Tengo un adolescente en casa ¿qué hago?— sugiere ocho consejos fundamentales:
1- Antes que nada, reconocer que se está trabando una competencia con la hija.2- La madre no debe apoyarse ni buscar consuelo en sus hijas. No debe transferirles sus problemas.3- Debe relacionarse con gente de su edad.4- Conformarse con su propio cuerpo y sus logros intelectuales y/o laborales.5- Si no está conforme con sus logros, replantearse qué puede hacer para mejorar.6- Valorarse a sí misma. Hacer una lista de las cosas positivas que tiene.7- Replantearse que sigue siendo ante todo una mujer y que puede mejorar su sexualidad. De ninguna manera debe sentir que vive su ocaso sexual.8- Que le sirva para crecer todo lo que su hija le diga con la mayor crudeza. Julio César Cháves. Escritor78@yahoo.com.ar

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