lunes, 5 de marzo de 2007

Los otros.


William James dijo que el más profundo impulso de la naturaleza humana es el deseo de ser apreciado. En otras palabras todos necesitamos ser necesitados y percibidos. Ser agradable y valorado es más relevante que ser importante sin ser querido. Cuando amamos a los otros altruistamente, con honestidad, transparencia y sinceridad, recibimos lo que damos. Nuestra actitud hacia los que nos rodean va a y viene. Si sembramos amistad cosechamos amistad. Si sembramos compañerismo cosechamos lo mismo. El hombre cosecha su siembra. Es una ley básica de la vida. Por esta ley de la siembra y la cosecha es bueno darse cuenta que ser simpático y empático es imprescindible si queremos ser apreciados, reconocidos y valorados.
Muchas veces por orgullo, mezquindad, prejuicios, estereotipos, conceptos prefabricados nuestros sentimientos no salen de nuestra piel y nos zambullimos en la soledad, el aislamiento y la vaciedad. El mal carácter, el autoritarismo, la vanagloria, el individualismo y la indiferencia hace que vivamos una vida sin propósito, alejados de los otros. Fluir en bondad es dejar salir los buenos sentimientos de la piel y mandarlos a la mirada ajena, es mostrar cariño desinteresadamente. Fluir en bondad y amor es buscar el bien ajeno como el propio. Tender hacia el respeto, la tolerancia y la aceptación social es de seres bondadosos e inteligentes afectivamente. Se cuenta que en cierta ocasión le preguntaron a Henry Ford que pensaba respecto de la amistad, a lo que Ford respondió: Tu mejor amigo es aquel que saca a luz lo mejor que hay en ti.
Las personas que nos rodean y contemplan nuestra conducta saben y perciben nuestra bondad o nuestra maldad. Nuestra conducta habla mucho más alto que nuestras palabras. Digo, si decimos una cosa e inmediatamente hacemos lo contrario y borramos con el codo lo que escribimos con la mano somos paradójicos, hipócritas. Nuestro comportamiento debe propender hacia el respeto, la comprensión, los buenos sentimientos, la ayuda, la compasión. Buscar el bien de los otros es buscar el bien propio. Alguien dijo que cuando uno encuentra un ser cálido se olvida de la frialdad del mundo. La calidez ajena de nuestra vida la frialdad, la apatía y la indiferencia. Hablar. Escuchar. Comprender. Aceptar. Reconocer. Valorar. Todo esto es menester si pretendemos cosechar buenas relaciones interpersonales. Ocuparse y preocuparse solamente de las cosas de uno es egoísta pero salir hacia afuera es de gente que quiere amar porque eso le permite lograr ser mejores. Nuestra vida completamente debe estar al servicio de los demás. San Agustín dijo: ama y has lo que quieras.
Mostrar un franco interés hacia los otros es humano. El egoísmo es animal. Ayudar a los demás de todo corazón es ayudarse a uno mismo. Hay que salir afuera de la propia piel. Siempre hay que mirar lo positivo y fomentarlo. Hay que fomentar lo bueno, lo bello y la verdad. ¡Hay tanta bondad en el mundo! El Dr. Jaime Barylko dijo que el amor se da solo y tan solo en aquellos que logran despojarse del mantón de la soberbia, de la superioridad, del currículum, de las prendas personales y excelsas. “Cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo”, dijo Paulo Coelho.

Julio César Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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