Las personas que desean alcanzar la felicidad procuran programar, planificar y organizar sus vidas. A veces lograr una felicidad razonable cuesta poco esfuerzo y otras veces cuesta mucho sudor y lágrimas, pero cuesten o no cuesten, muchas cosas se pueden resolver y lograr. Ahora, aunque podemos organizar nuestras vidas y tener un proyecto de vida razonable, lo queramos o no, siempre van a surgir cosas que nos derriban y es en esos momentos o circunstancias cuando uno se pregunta: ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? ¿Por qué cuando algo va bien de súbito tiene que complicarse? Lo aceptemos o no, hay cosas que se nos escapan de las manos, siempre nos falta algo para el peso y muchos detalles quedan sin resolver. La vida corre tan deprisa que nos perdemos de muchas cosas y cuando uno se cree más seguro y confiado nos cruzamos con la desgracia o algún imprevisto y empezamos a mirar los eventos con pesimismo. Fijamos nuestros ojos en lo que falta. Y no valoramos lo que tenemos o somos.
Cuando nos fijamos en lo que falta nos alejamos de la felicidad. Y todo de pronto anda para atrás. Nos encontramos en medio del desierto y en vez de pensar en encontrar un oasis pensamos que nos vamos a morir de sed y cocinar vivos. Entonces nuestros pensamientos de derrota son la cámara oscura donde rebelamos todos nuestros negativos. Pasa todo esto porque nos olvidamos de lo que hay… En Dr.Jorge Bucai, en una columna publicada en la revista VIVA de clarín, titulada El valor de lo obvio, dice: “Aceptar las cosas como son es el primer paso para modificarlas. Lo obvio no debe cancelar el proyecto, ni aplastar la creatividad; al contrario, debe ser el disparador para el progreso. La teoría paradojal del cambio enseña con propiedad que sólo se puede modificar algo si se parte de aceptar que el momento previo es como es. Para burlarme de mí mismo yo llamo a esta actitud la política de: L.Q.H. Iniciales que abrevian el concepto de aprender a aceptar aquello o esto, por desagradable e inaceptable que sea es lo que hay y a partir de allí trabajar para cambiarlo. Aprendí en mi carrera de médico este axioma: si tiene pico de pato, alas de pato y grazna como un pato, casi seguro que es un pato!”.
Las cosas de la vida son como son. Debemos aceptarlas. Nada sale completamente como uno lo planeo, planifico, organizo o pensó. A veces perdemos cosas para aprender a valorar las que tenemos. La vida enseña más que muchos libros. Todo experimentamos pérdidas, ganancias, fracasos y éxitos. Todo es cíclico. Las circunstancias son múltiples y cuando cree haber encontrado todas las respuestas cambiaron todas las preguntas. No digo que no hay que tener un proyecto de vida. No digo que no hay que pensar a largo plazo, en el futuro. Lo que si digo es aunque creamos que lo tenemos todo controlado siempre pasaran cosas imprevistas y debemos adaptarnos. Instalarnos en la realidad considerando a las cosas tan cual son es imprescindible si deseamos alcanzar una felicidad razonable. Como dijo Fernandel, el actor cómico: “No se deberían poner caras largas, aunque sólo fuera para no tener más superficie que afeitar”.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
Cuando nos fijamos en lo que falta nos alejamos de la felicidad. Y todo de pronto anda para atrás. Nos encontramos en medio del desierto y en vez de pensar en encontrar un oasis pensamos que nos vamos a morir de sed y cocinar vivos. Entonces nuestros pensamientos de derrota son la cámara oscura donde rebelamos todos nuestros negativos. Pasa todo esto porque nos olvidamos de lo que hay… En Dr.Jorge Bucai, en una columna publicada en la revista VIVA de clarín, titulada El valor de lo obvio, dice: “Aceptar las cosas como son es el primer paso para modificarlas. Lo obvio no debe cancelar el proyecto, ni aplastar la creatividad; al contrario, debe ser el disparador para el progreso. La teoría paradojal del cambio enseña con propiedad que sólo se puede modificar algo si se parte de aceptar que el momento previo es como es. Para burlarme de mí mismo yo llamo a esta actitud la política de: L.Q.H. Iniciales que abrevian el concepto de aprender a aceptar aquello o esto, por desagradable e inaceptable que sea es lo que hay y a partir de allí trabajar para cambiarlo. Aprendí en mi carrera de médico este axioma: si tiene pico de pato, alas de pato y grazna como un pato, casi seguro que es un pato!”.
Las cosas de la vida son como son. Debemos aceptarlas. Nada sale completamente como uno lo planeo, planifico, organizo o pensó. A veces perdemos cosas para aprender a valorar las que tenemos. La vida enseña más que muchos libros. Todo experimentamos pérdidas, ganancias, fracasos y éxitos. Todo es cíclico. Las circunstancias son múltiples y cuando cree haber encontrado todas las respuestas cambiaron todas las preguntas. No digo que no hay que tener un proyecto de vida. No digo que no hay que pensar a largo plazo, en el futuro. Lo que si digo es aunque creamos que lo tenemos todo controlado siempre pasaran cosas imprevistas y debemos adaptarnos. Instalarnos en la realidad considerando a las cosas tan cual son es imprescindible si deseamos alcanzar una felicidad razonable. Como dijo Fernandel, el actor cómico: “No se deberían poner caras largas, aunque sólo fuera para no tener más superficie que afeitar”.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario