viernes, 16 de marzo de 2007

Las buenas decisiones.

Carlos Gonzáles Vallés, jesuita católico, dijo: “Las decisiones definen la vida. Y es verdad, ya que las decisiones que tomamos cambian totalmente toda nuestra vida. Decidir proviene etimológicamente del latín (decídere) y quiere decir: cortar, determinar, resolver. Tomar buenas decisiones cuesta mucho trabajo, pues las alternativas son siempre imperfectas. Cuando decidimos cortamos algo de nuestra vida. A muchos individuos les cuesta mucho tomar decisiones y emplean muchísimo tiempo en cavilaciones antes de elegir una opción. Cuando finalmente toman una, suele suceder que estén permanentemente pensando que quizás era mejor haber tomado otra opción. Muchos, incluso, dejan el proceso en que estaban y cambian de opción. Esto, si es que la oportunidad sigue todavía en pié. Porque a veces el tiempo pasa y muchas oportunidades se pierden.
El Dr. Jaime Barylko, gran filósofo y pensador argentino, reflexionó: “La libertad madura y produce el fruto de una elección. Elegir es responder por lo elegido. Cuando libertad, elección y responsabilidad coinciden, se da eso que los poetas llaman felicidad”. Una buena decisión es la antesala de la felicidad. Es conveniente analizar razonablemente las opciones que se presentan. Luego, elegir las alternativas presentes, sin esperar que alguna cuente con un resultado garantizado, pues no existe en nada una seguridad total. Y hay que elegir y actuar en consecuencia, sin dejarse distraer por otras alternativas. Si ya se eligió, hay que responder por lo elegido (a no ser que uno perciba un inminente fracaso).
Cuesta tomar decisiones. Pero hay que hacerlo. Lógicamente hay que darse un tiempo para analizar las opciones que se tiene antes de decidir, cortar, resolver o determinar lo que sea. Siempre debemos tener en cuenta que debemos responder por lo elegido. Las consecuencias nos alcanzarán, lo deseemos o no. Tito Livio declaró: “Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones fuertes son las más seguras”.
Antes de tomar una decisión hay que pensar en los pros y los contras. Después de pensar un tiempo en todo, hay que decidir. Con inteligencia. Pero, por otra parte, no es conveniente demorarse mucho, pues las oportunidades tienen un tiempo limitado. Si no se aprovechan, tardarán en volver. Siempre debemos reconocer que las alternativas u opciones son imperfectas siempre. Nadie puede esperar una seguridad absoluta. Siempre habrá alguna posibilidad que se presenten improvistos o aspectos no considerados previamente. En cada una de las alternativas se deben considerar los elementos que se tiene a favor y los elementos que se tienen en contra. Dejar cabos sueltos puede ser muy peligroso a corto y a largo plazo. Finalmente, hay que elegir la alternativa con más elementos a favor y menos en contra. Posteriormente hay que tomar la decisión y dejar de pensar en las otras opciones. Ese es el camino para tomar buenas y positivas decisiones. Así da gusto responder por lo elegido. José Martí afirmó: “Si deliberamos cuando debemos comenzar, se hace ya tarde para intentarlo…”.

Julio C. Cháves.

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