viernes, 9 de marzo de 2007

La violencia doméstica.


Aparentemente vivimos en una sociedad civilizada.
Tendría que haber familias armónicas, ejemplares,
Pacíficas, felices, pero la realidad es que la violencia
Intrafamiliar constituye una problemática diaria.

La violencia doméstica es inhumanidad en estado puro y sus múltiples repercusiones sobre hombres y mujeres causa a corto y a largo plazo daños gravísimos a la estructura familiar. La violencia doméstica es a su vez un modelo de referencia con posibilidades de ser reproducido por los hijos, lo que llevará también a que constituyan familias con serias deficiencias. Diversos estudios, entre ellos Strauss, indican que la tasa de conductas de este orden de los hijos que han visto en sus hogares este comportamiento supera ampliamente a las observables entre quienes no lo han tenido en sus familias. Tanto los cónyuges como los hijos quedan estigmatizados debido a la violencia física, psicológica y emocional que se infligen unos a otros los miembros de la familia. La violencia en la familia se debe a múltiples razones pero sobre todo a la pobreza ya que la pobre aparece como un factor de riesgo clave a este respecto. Según un informe consultado los casos de violencia física son cinco veces más frecuentes en los grupos de bajos ingresos y la violencia física grave es siete veces más común en ellos, verificándose también esas relaciones en otros países. Las funestas realidades de desocupación, subocupación, ignorancia, y el proceso de deterioro económico, tensan las relaciones intrafamiliares, y crean un clima decadente, destructivo para la integridad de la familia. De todos modos, también hay otros informes que dicen que la violencia intrafamiliar es de igual magnitud en todo sector de la sociedad, independientemente del nivel socioeconómico.
Argumenten lo que argumenten los especialistas, la violencia doméstica ocurre en todos los niveles de la sociedad, no solamente en el nivel más pobre. En las familias ricas sucede lo mismo. Lo que pasa es que una mujer a quien le dieron una paliza, si tiene dinero, se va tranquilamente a una clínica privada y aquí no ha pasado nada. Las que son pobres tienen que ir al hospital y allí los médicos dicen: "A esta mujer la han golpeado" y la policía se encarga de eso. Tanto en los ricos como en los pobres ocurre la violencia intrafamiliar. Esto se debe también a la violencia imperante en los medios de comunicación donde se glorifica el morbo, la muerte, la violencia de todo tipo. La mayoría de las personas cuando surge algún problema recurren a los puños para solucionarlos. No importa nada. De igual modo, los machistas como las feministas creen que su opinión es la verdadera y que tienen la verdad en sus labios, atacando al otro, sin pensar en las desastrosas consecuencias de sus actos violentos. “En muchos casos, dice el Dr.Jesús Arina, psicólogo, también la violencia doméstica está íntimamente relacionada con el alcohol y las drogas. ¿Qué sucede cuando una persona consume drogas o se emborracha? En esta parte del cerebro tenemos los centros vitales, comunes con los animales y allí está el centro de la agresividad o del instinto agresivo. Todos los hombres y las mujeres lo tenemos. Pero en la persona normal, esos centros se comunican con la parte consciente del hombre, lo cual diferencia al hombre del animal. Cuando uno toma alcohol o usa cualquier droga, estos centros quedan como un barco sin timón. Y ¿Qué le pasa a un barco sin timón? Pues se estrella contra las rocas. Sobre todo la agresividad, el instinto sexual, quedan sin control. Entonces viene el golpear a la mujer y a los hijos bajo el efecto del alcohol y el abusar de la mujer sexualmente. El 50 % de los casos (que se conocen) de abuso sexual entre los hijos, es entre personas alcohólicas o adictas, porque surge el animal que hay dentro de nosotros mismos. Los recuerdos, los valores, los consejos, cuando uno usa o abusa del alcohol o drogas, no funcionan y viene la violencia doméstica”.
Nuestra sociedad es violenta. Las personas, aunque se auto titulan de civilizadas, recurren a los puños para resolver sus problemas. No hay diálogo. Sabemos que hablando la gente se entiende, pero si todos quieren tener razón y nadie da el brazo a torcer esto no es posible. La mayoría de los individuos quieren tener el control de los demás. Cabe pues afirmar que si no aprendemos a ceder y a dialogar la violencia se incrementará. La familia es la unidad básica de la sociedad y si de veraz nos interesa ser civilizados tratemos de ser tolerantes, pacíficos, solidarios, altruistas y pacientes con los demás. Porque si somos violentos destruiremos lo más importante de la sociedad, la familia. Los protagonistas de estas situaciones violentas deben buscar soluciones y si no los encuentran por cuenta propia, deben recurrir a profesionales con el único propósito de sembrar paz en sus hogares, de tan modo que las relaciones intrafamiliares sean pacíficas, armónicas, sólidas, coherentes, y de esta manera, lograran, tanto los padres como los hijos, convivir bajo el mismo techo con un corazón lleno de alegría y amor hacia sus seres queridos.
Julio César Cháves. Escritor78@yahoo.com.ar

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