La Biblia dice que los cristianos tenemos que transitar por situaciones desagradables, adversas, confusas, ya que por el simple hecho de ser seguidores de Cristo tendremos aflicción, pero también dice que Cristo venció al mundo. El mundo en que vivimos va por el camino ancho (el camino del pecado y la vanidad de este mundo) y nosotros los cristianos vamos por el camino angosto, que consiste en acatar los preceptos de Dios y llevarlos a la práctica. “…el que no lleva su cruz y viene en pos de mi, no puede ser mi discípulo”. (Lucas 14:27). En ningún pasaje de las sagradas escrituras se dice que el camino del cristiano es un lecho de rosas. Mientras estemos sujetos a esta vida tendremos que lidiar con nuestra naturaleza pecaminosa, el mundo y el diablo. Cuando vemos el los noticieros los problemas que aquejan al planeta advertimos que todo este contexto social de caos se debe al pecado, el engañoso corazón humano y las artimañas de Satanás. Jeremías 17:9 dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?”. Somos habitantes de un mundo sometido a la destrucción debido a la maldad y desobediencia de los hombres. Por esto Cristo dijo que en el mundo tendremos aflicción. Así pues, aunque tenemos que lidiar con tristezas, pánico, ansiedad, discriminación, intolerancia y circunstancias desagradables, debemos interpretar la aflicción que nos rodea habitualmente conforme a la interpretación que Dios hace de nuestra situación humana. Nosotros tendemos a complicar las cosas, pero Dios las resuelve. “Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a sus propósitos son llamados”. (Romanos 8:28).
En su libro No desmayes, René Gonzáles, dice:” Dios hará lo que tenga que hacer para cumplir su propósito en ti.Te abrirá los ojos para que veas este tipo de gente y afinará tus oídos para que distingas sus voces. Él te sacará de donde tenga que sacarte. Abraham salió de la tierra de su comodidad a una tierra que no conocía. Él no tenía idea de lo que le esperaba. Había tenido éxito en su tierra de origen, pero Dios siempre nos quiere dar más. Él había alcanzado éxito, pero el éxito tiene muchos niveles.Como tú eres árbol del plantío de Jehová, él tiene todo el derecho de desterrarte y plantarte en el lugar donde solo él sabe que darás fruto. No hay nada más frustrante para un soñador que no poder da a luz sus sueños. Es esa frustración la que te lleva a cometer graves errores y a tomar decisiones a la ligera.La bendición que tenemos los árboles de Dios es que no importa el lugar donde él nos plantó, estamos destinados a crecer y a llevar frutos. Estoy seguro que siempre habrá corrientes de agua.“En las alturas abriré ríos y fuentes en medio de los valles, abriré en el desierto estanques de agua, y manantiales de aguas en la tierra seca”. (Isaías 41:18)Esta es la herencia de los árboles de Jehová que aun en el desierto estamos destinados a crecer. ¿Dónde nos llevará?, no sabemos. ¿Cómo lo hará? Tampoco lo sabemos. El Dios nuestro tiene un plan bueno y perfecto”.Saber que estamos incluidos en los propósitos de Dios modifica nuestra percepción de la realidad, proporcionándonos una interpretación acorde a la interpretación de Dios. La palabra de nuestro Señor dice que a los cristianos todas las cosas nos ayudan para bien. El objetivo de los que seguimos a Cristo es hacer su voluntad y agradarle en todo momento, aunque tengamos que lidiar con problemas y situaciones desagradables. Lo que tenemos a favor es que como hemos sido llamados conforme a sus propósitos eternos todo nos ayuda para bien. Dios convierte nuestros problemas en bendiciones. Ocasionalmente la presencia de Dios en nuestra vida se ve eclipsada por los problemas pero de todos modos, cuando las sombras de oscuridad desaparecen, Dios se glorifica en nuestras vidas. Dios se glorifica en nuestras debilidades. Nuestras mentes perciben lo temporal pero Dios percibe lo eterno. Nosotros enfocamos en los problemas pero Dios enfoca en las soluciones. Así como Dios interpreta nuestros problemas como una posibilidad para hacernos crecer como cristianos, nosotros debemos interpretar de la misma manera la aflicción, ya que a los que siguen al Señor todo les ayuda para bien. No nos amarguemos ni seamos resentidos, dejemos que Dios obre en nuestras vidas. El propósito de la aflicción muchas veces es acercarnos a Dios. “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz”. (Efesios 2:13,14).
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