
La palabra cognitiva se refiere al modo en que pensamos. Por consiguiente, la terapia cognitiva bíblica se refiere al estudio y aplicación de las sagradas escrituras a nuestras vidas. Un enfoque cognitivo implica aprender a cambiar el modo en que pensamos y sentimos cambiando el contenido de nuestra mente. El proceso de cambiar el modo de pensar se llama reestructuración cognitiva. Nuestra mente funciona igual que una computadora ya que recibe información, la procesa, ordena, almacena y clasifica, y posteriormente produce el comportamiento que nos caracteriza. En el aspecto cognitivo de las personas también se incluyen: la sensopercepción, la memoria, las ideas, la creatividad, el criterio, los juicios, la imaginación, y por supuesto, los pensamientos. En definitiva, los pensamientos es lo que les da forma a las personas. Muchas enfermedades mentales y físicas son causadas por los pensamientos. Por ejemplo, frecuentemente las preocupaciones y la ansiedad producen úlceras. Por otra parte, las comparaciones, las envidias, el odio, pueden contribuir a la pérdida de la salud mental, lo cual puede causar múltiples problemas emocionales, físicos e interpersonales. Los patrones de pensamientos negativos destruyen nuestras vidas y nos esclavizan a la tensión nerviosa. Entonces, ¿Cómo podemos mejorar el contenido de nuestra mente? ¿Cómo nos reestructuramos cognitivamente? El apóstol Pablo tiene la respuesta: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la voluntad de Dios agradable y perfecta”. (Romanos 12:2). Leyendo la palabra de Dios habitualmente reestructuramos cognitivamente nuestra mente con verdades divinas. Meditar y estudias las sagradas escrituras hace que cultivemos buenos pensamientos. “El que menosprecia el precepto, perecerá…más el que teme el mandamiento será recompensado”. (Proverbios 13:13). Llenar nuestras mentes de los mandamientos del Señor nos ayuda a acatar su voluntad, trayendo bendición abundante a nuestras vidas. Si queremos comportarnos como verdaderos cristianos debemos leer la palabra. Abraham Lincoln escribía a un amigo: “Estoy ocupado provechosamente en el estudio de la Biblia. Tú acepta del libro todo lo que puedas por medio de la razón y el resto por medio de la fe. Serás un hombre mejor en esta vida y también en la muerte”. La Biblia inspira a los hombres amor, abnegación y altruismo. El espíritu del mundo es cruel, licencioso y hasta sangriento, y las mentes de los hombres están obnubiladas por la oscuridad espiritual, pero la luz de la palabra de Dios son la fuente de ética, moral, virtud y paz para todos los seres humanos, trayendo felicidad perdurable. La influencia cognitiva de la Biblia ejerce una influencia purificadora de las vidas. La verdad de Dios es imprescindible si queremos vivir una vida con significado y propósito. “Inquirid en el libro de Jehová…”. (Isaías 34:16). En las páginas de la Biblia se encuentran todas las respuestas a nuestros dilemas. El Dr. Billy Graham en su ensayo Paz con Dios, dice: “Dios hizo que la Biblia fuera escrita con el propósito expreso de revelar al hombre su plan de redención. Dios mando escribir este libro para aclarar a sus hijos sus leyes eternas, para que tuvieran su gran sabiduría como guía, y su gran amor como consuelo, mientras caminan por la vida. Porque sin la Biblia, este mundo ciertamente sería un lugar oscuro, sin señal ni faro”.
1 comentario:
Estimo tus reflexiones con el peso y la ascendencia de esa distancia que, me vuevle a referir lo que en otro tiempo: la belleza de la armonìa que nos parece recoger de lo que huele y alumbra de Dios, como la vida dada y dàndonosla, la de los que se nos han ido, de los que somos entre y ante nosotros valiosamente, los actos de cada uno y sus itinerarios, los paisajes, la sabidurìa en la historia, la practicidad artesana del hombre necesitado, las virtudes manifiestas recibidas y ejercidas, los esfuerzos y las ofensas, los dolores y el sufrimiento...lo vivido y sido es siendo,
como por la enramada del bosque, en plena lluvia y soledad, una plantita tiembla en su cuerpito verde la caìda de las gotas que vienen de la copa arbòrea hacia la hùmeda ojarasca oliente a tierra saciada, y si todo lo avisorado y sensible es digno de contemplaciòn y agradecimiento, la sospecha y la certidumbre que todo ello es el cielo de la Presencia Divina, hace que experimente un suave disfrute de estar nutrièndome de modo eminente como la plantita por dentro, del Creante Amor, como leyendo con palabras de existencia el cariño intencional de Dios a mi vida ìntima. Salud en el amor dante del Señor, estimado Julio. Ricarod
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