sábado, 17 de marzo de 2007

La esperanza, por Martín Luther King.




Martín Luther King, en un discurso pronunciado en la recepción del Premio Nobel de la Paz de 1964, habló respecto a la importancia de la esperanza y la fuerza liberadora del amor: “Hoy, en la noche del mundo y en la esperanza de la Buena Nueva, afirmo con audacia mi fe en el futuro de la humanidad. Me niego a creer que el ser humano no sea más que una brizna de paja azotada por la corriente de la vida, y sin tener posibilidad alguna de influir en el curso de los acontecimientos.
Me niego a compartir la opinión de aquellos que pretenden que el hombre es, hasta un punto tal, cautivo de la noche sin estrellas, del racismo y de la guerra; que la aurora radiante de la paz y de la fraternidad no podrá nunca llegar a ser una realidad. Me niego a hacer mía la afirmación cínica de que los pueblos irán cayendo, uno tras otro, en el torbellino del militarismo, hasta el infierno de la destrucción termonuclear.
Creo que la verdad y el amor sin condiciones tendrán la última palabra. La vida, aún provisionalmente vencida, es siempre más fuerte que la muerte. Creo firmemente que, incluso en medio de los obuses que estallan y de los cañones que retumban, permanece la esperanza de un radiante amanecer. Me atrevo a creer que, un día, cuerpo, educación y cultura para la salud de su espíritu, igualdad y libertad para la vida de su corazón. Creo igualmente que un día toda la humanidad reconocerá en Dios la fuente de su amor. Creo que la bondad salvadora y pacífica llegará a ser, un día, la ley. El lobo y el cordero podrán descansar juntos, cada hombre podrá sentarse debajo de su higuera, en su viña, y nadie tendrá ya que tener miedo. Creo firmemente que lo conseguiremos…”
Dios es la fuente de amor. En Él podemos hallar esperanza. Harry Lauder, comediante escocés, dijo: “En circunstancias como estas (había recibido la noticia de que su hijo había muerto en combate en Francia) el hombre puede hacer tres cosas: Entregarse a la amargura y la desesperación; tratar de ahogar su dolor en el alcohol o en una vida desordenada; o puede volverse a Dios.” Y volverse a Dios es la mejor opción. La esperanza es lo último que perdemos. El hambre, la desnudez y la miseria siguen siendo todavía el azote de millones de seres humanos. Sin embargo, las llamas de la esperanza en Dios aún no se han extinguido ni se extinguirán pues Dios es inmutable, omnipotente e inmanente. El que no tiene tiempo para Dios tiene tiempo para sufrir, dijo mi pastor Mario Federicci. El que tiene tiempo para Dios alberga esperanza, paz y sosiego en las más trágicas y crudas de la circunstancias. Martín Luther King creía en la esperanza y que algún día Dios sería reconocido como la fuente de amor. Y será verdad, Dios será la fuente máxima de amor para toda la humanidad.
El mundo está lleno de dolor y pesimismo. Casi todos los individuos se encuentran mal. Pero las escrituras enseñan que en medio del sufrimiento, la confusión, las guerras y rumores de guerras, podemos consolarnos unos a otros con el conocimiento de que nuestro Señor Jesucristo va a volver en triunfo, gloria y majestad. Cristo volverá y traerá completa paz al mundo. Él es el príncipe de paz. Es más, nos dijo que debemos velar constantemente, y estar preparados ‘porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis’. (Mateo 24:44). Los deseos de King se convertirán en realidad pues Cristo los llevará a cabo. Él es la esperanza…

Julio C. Cháves.

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